Afterthought

Esta película se pudo ver en la Sección Selección EFA en el Sevilla Festival de Cine Europeo (SEFF’2015).

El cine israelí llega con cuentagotas a Europa, pero en general suele tener interés. Lo tiene, aunque no en exceso, esta curiosa Afterthought, historia que transcurre en parte de un día, en la ciudad judía de Haifa, con dos ejes centrales, dos hombres, uno maduro y otro más joven, que deambulan por la ciudad por motivos bien distintos. El maduro busca un valioso (sentimentalmente hablando) pendiente que perdió su esposa, y lo hace a lo largo de las muchas escaleras que jalonan la ciudad, construida en una montaña (el Monte Carmelo, por más señas). En ese camino en teoría fútil, sin embargo, encontrará una verdad que lo devastará. El joven ha sido llamado a filas, para esos ejercicios militares que todos los israelíes en edad de merecer, hombres y mujeres, han de efectuar de vez en cuando para estar listos por si hay (otra) guerra. Pero el chico no tiene demasiado claro si quiere ir, o no, a tales ejercicios, sobre todo cuando su novia lo abandona por haberla traicionado él previamente con otra muchacha.

El filme de Elad Keidan, que se estrena en el largometraje con esta cinta (antes había hecho un par de cortos), no parece ciertamente el debut de un cineasta: tiene buena factura, intencionalidad, incluso se permite un discurso no lineal y no puramente argumental. Obra de algún modo existencialista, cuenta un momento crucial en la vida de dos hombres, cuando ambos se ven abocados, por separado, a tomar decisiones que les cambiarán quizá definitivamente. Con un comienzo llamativo (una muy prolongada panorámica circular, con la cámara como eje, que recorre varias veces la ciudad de Haifa, aportando el off de las conversaciones, ruidos, gritos y susurros de cualquier urbe moderna), Afterthought resulta un filme interesante, si bien es cierto que llama la atención el hecho de que, estando rodado en el propio Israel, apenas si hay alusión al permanente conflicto con los palestinos; un par de citas, de pasada, y poco más, como si no existiera el grave problema que el Estado de Israel y Palestina mantienen desde hace tanto tiempo. Podría interpretarse como una forma de no tocar, otra vez, el mismo tema, de hacer ver que hay otros asuntos en Israel que no es siempre el mismo, el inevitable, pero lo cierto es que no deja de ser chocante esa ausencia.

Los dos protagonistas, el joven Itay Tiran y el maduro Uri Klauzner, resuelven con profesionalidad sus papeles, siendo el más complicado el del primero, por la ambigüedad y falta de resolución del personaje.