Duende y misterio del flamenco

Una de las pocas veces en la que el cine español se ha acercado al flamenco con auténtica vocación de trasladar al celuloide siquiera una parte de la magia del cante jondo fue en esta Duende y misterio del flamenco, una película rodada por el más imaginativo e interesante de los cineastas españoles de la época del franquismo puro u duro, el madrileño Edgar Neville, novelista, dramaturgo, ensayista, realizador de cine y humorista, entre otras múltiples facetas de su talento protéico.

En este filme, de todo punto didáctico pero a la vez lejano de la petulancia de productos similares, se van desgranando los palos de la inmensa baraja del flamenco. El acercamiento de Neville rehuye el folclorismo a la usanza en aquellos años (y en éstos hodiernos: véase, si no, Montoyas y Tarantos, Yo soy esa o Gitano), para aproximarse al fenómeno jondo con modestia, sinceridad y rehuyendo la grandilocuencia y la fatuidad de otros proyectos.

Además, hay figuras tales como Antonio el Bailarín y Pilar López, ambos en su mejor momento. Exhibida en el Festival de Cannes, obtuvo un resonante éxito. Lamentablemente, esta senda no fue seguida por nadie, y el flamenco en el cine no alcanzó la repercusión que podría haber tenido de haberse contado con el talento de un Gene Kelly o un Stanley Donen, incluso un Bob Fosse, a la española, que hubiera sabido imbricar lo jondo con el cine, a la manera del musical americano.