El abogado de paja

Sasà Jovine, un agente comercial, al que sin embargo todos llaman “abogado” por sus buenos servicios en este campo, se ve involucrado en un sucio asunto de corrupción entre altos mandatarios de las finanzas del país...  

Este El abogado de paja depara una grata sorpresa: no es que sea nada del otro jueves, pero teniendo que en cuenta que su director, Sergio Corbucci, aunque se inició en el Neorrealismo, se especializó después en el cine italiano de subgéneros (péplum, espagueti-wéstern, trinitario...), y no precisamente con películas estimulantes, no había mucho margen para la esperanza. Sin embargo, el cineasta romano logró construir una historia muy entonada, sobre una novela de gran éxito de la época, La mazzetta, publicada en 1976 por Rizzoli, de la que fue autor Attilio Veraldi, considerado uno de los padres del thriller italiano.

Así, Corbucci va desarrollando una compleja trama en la que aparecerán maridos, hijas, madrastras, empleados, socios... una teóricamente tupida maraña de personajes que sin embargo no confunden al espectador, cuidadosamente dosificados, de tal forma que el público sigue bien las incidencias de todo el tinglado, una trama criminal en la que el protagonista, detective aficionado, se verá zarandeado por tirios y troyanos mientras busca a la desaparecida hija de su cliente.

Estamos entonces ante una especie de cine negro a la italiana, con algunas variaciones que la hacen especialmente original. El protagonista no es el típico detective privado habitual de la época, invencible y todopoderoso, sino que es un pobre diablo, enfermo del estómago, que intenta sobrevivir cada día como puede. La desmitificación funciona adecuadamente, con un protagonista, Sasà Jovine, que se mueve exclusivamente por el dinero, pero cuando intenta hacer algo por pura conciencia, le sale rematadamente mal.

Buena parte del acierto de la cinta, que fue todo un éxito comercial y de crítica en su país, Italia, recae en la magnífica interpretación del gran Nino Manfredi, que realiza toda una creación en el complejo papel del falaz abogado protagonista. Junto a éste aparece otro de los grandes actores italianos de la época, Ugo Tognazzi, en un rol que él, por supuesto, saca adelante con su acostumbrada solvencia. La música de Pino Daniele resulta a veces un tanto molesta, por lo repetitiva.

(12-06-2022)