El pequeño ruiseñor

El director Antonio del Amo fue un hombre que pudo llegar a ser alguien en el cine, incluso internacionalmente, y a quien las circunstancias históricas que le tocó vivir relegó a un papel de mera comparsa en la cinematografía hispana. De esta forma se vio abocado a rodar filmes como El pescador de coplas, al servicio de la voz cantarina de Antonio Molina, tal vez un presagio de por donde irían los tiros en el resto de su obra. Tres años después realizó Del Amo este El pequeño ruiseñor, que constituiría un rotundo éxito de taquilla, y no solo a nivel carpetovetónico: incluso en el extranjero fue acogida con gran entusiasmo.

El fenómeno Joselito, como cabría llamar a este extraño caso de popularidad de un niño de voz extraordinaria, metido en una serie de películas (hasta trece llegó a interpretar), todas cortadas por el mismo patrón melodramático, fue posible por el momento histórico en el que apareció, en los últimos años cincuenta y primeros sesenta, en la España predesarrollista que acababa de dejar atrás las cartillas de racionamiento. Hoy parece claro que sería imposible reproducir un éxito de tal magnitud.

El pequeño monaguillo de un pueblecito, hijo ilícito (esto debía ser el no va más de lo descocado en aquellos años…) de los amores de una pareja, canta como los ángeles. El sacristán quiere que todos le oigan, pero el abuelo del crío no accede: el perillán que se trajinó a su hija era, precisamente, cantante.

Este era el tono habitual de los filmes de Joselito, hasta que el niño tuvo ya demasiados pelos en las piernas como para poder seguir explotando la gallina de los huevos de oro (malpensados, no hay doble sentido en la expresión…); hubo hasta quien llegó a decir que el crío fue hormonado para retrasar su crecimiento, cosa que nuca se llegaría a demostrar, aunque sí es verdad que crecer, lo que se dice crecer, creció más bien poco (al menos en estatura…). Además del niño canoro, aparecía en el reparto Lina Canalejas, una actriz que después tuvo un comportamiento guadianesco, gozando de su momento de gloria, probablemente, al coprotagonizar La prima Angélica, de Carlos Saura.