Antes de hacerse de nuevo famoso por engendrar hijos artistas tan talentosos como Ángela o Miguel, en la interpretación, y Mónica, en la canción, Antonio Molina fue muy popular en la España de los años cincuenta, no sólo como cantante de coplas y tonadillas, sino también como actor de películas que se realizaban, como era de prever, a mayor gloria de su voz, ciertamente magnífica, pero no tanto como para merecer por si misma la realización de un filme, aunque en nuestra tierra y en aquella época el cine con estrella de la canción era muy habitual.
El pescador de coplas es una de esas películas, en la que Antonio Molina interpreta, lógicamente, a un pescador, a su vez dotado de una voz nada corriente. Los restantes miembros de la tripulación de su barco pesquero sueñan con ver a su igual convertido en una gran figura.
Dirigió Antonio del Amo, un hombre con algunos títulos ciertamente de interés en su filmografía, pero que, lamentablemente para él, ha pasado a la historia del cine español como inventor del fenómeno de Joselito, el niño canoro que supuso en su momento todo un bombazo comercial, y no sólo en España: incluso en el resto de Europa e Hispanoamérica el angelical crío arrasó. Además del cantante aparecen algunas estrellas de la época, desde una Marujita Díaz en su mejor momento físico y artístico hasta un Tony Leblanc que se estaba convirtiendo ya en el imprescindible actor cómico que sería a partir, sobre todo, de los años sesenta.
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