CRITICALIA CLÁSICOS
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Cuando se estrenó este film en nuestro país, en la revista cultural "Reseña", el crítico Ángel Luis Inurria comentaba -jocosamente- que si aparecía un plano y su correspondiente contraplano a nadie se le ocurría acusarla de plagio de David Wark Griffith. Pero si la peli en cuestión era de Brian de Palma, seguro que cualquier detalle o si el propio argumento lo propiciaba, lo achacaría enseguida a estar copiando a Alfred Hitchcock, conociendo la admiración e inspiración que siempre ha tenido por el maestro londinense el autor de Doble cuerpo o de Fascinación. Y otro crítico (éste muy cercano), Enrique Colmena, en su libro titulado sencillamente Brian De Palma, publicado por Ediciones JC, encuadraba a nuestro autor en la "generación de los 60", junto a otros como Paul Mazursky, Sydney Pollack, William Friedkin, Alan Pakula o Hal Ahsby.
Pero lo que sí queda claro es que De Palma no era ya ningún principiante cuando rodó esta cinta. Nacido en 1940 en New Jersey, de joven le interesaron las ciencias, y estudiando la carrera de física le vino la afición a la cinefilia a través de autores como Godard, Polanski, Hitchcock o Howard Hawks. Tras una serie de films independientes muy diferentes entre sí, destaca ya con Hermanas como obra provocativa y original. Pero entrando ya en los años setenta su carrera se consolida a niveles minoritarios con un fantasma no de la Ópera, sino cambiando a Gaston Leroux por el universo musical pop, y estrena El fantasma del Paraíso, trasladando una historia similar al mundo actual, con excelentes trabajos de Jessica Parker y Paul Williams. Casi de inmediato estrena Carrie, con una terrorífica Sissy Spacek y un tremendo éxito taquillero.
Con Fascinación o Vestida para matar, con Michael Caine y Angie Dickinson, nuestro autor se consolida en la industria de Hollywood y ya en 1983 rueda una nueva versión de Scarface, como homenaje a la original de Howard Hawks de 1932, con guión de Oliver Stone y con Al Pacino como protagonista en una cinta que se llamó en España El precio del poder, confirmando que la década de los ochenta va a ser crucial en la trayectoria de De Palma. Enseguida Doble cuerpo, con una historia sutil y llena de habilidad indudable, lo sigue llevando por el buen camino
Y centrándonos ya en la cinta de hoy, la primera y obvia referencia es Eliot Ness, un personaje real, un policía honesto y legendario que vivió en la terrible etapa de la famosa Ley Seca, con Al Capone dominando Chicago y enfrentándose a él. Cuando Ness muere en 1957 aún no se había producido la famosa serie de televisión protagonizada por Robert Stack que arrasó en los países occidentales durante varios años, popularizando al grupo de policías en novelas, cómics, juegos de mesa... La culminación de toda esa enorme popularidad tendría su reflejo más notorio en este film de 1987, cuando se rueda su versión más llamativa y vistosa.
Con el paraguas económico de la Paramount, con 25 millones de presupuesto, la cinta tiene aires de superproducción, con una luminosa y espléndida fotografía de Stephen H. Burum, un guión elaborado por el dramaturgo David Mamet, música de Ennio Morricone y un reparto del que luego hablaremos. La cinta obtiene un respaldo taquillero (recaudando sólo en EE.UU. y Canadá más de 106 millones) dejando muy atrás los 25 de su financiación, y coloca a su realizador posiblemente en el momento cumbre de su carrera. Sólo mucho después repetiría este triunfo comercial con la primera cinta de Misión imposible, en 1996, y obstinadamente volviendo a recuperar otra antigua serie televisiva.
El Ness que nos presenta el film es un hombre hogareño, familiar, un policía honesto que se identifica con su papel de defensor del orden y la ley. Para combatir a enemigos muy fuertes se reúne de compañeros que se identifican con su actitud, formando ese grupo intocable ante el soborno o la corrupción. Y es curioso que quizás cansado de las anteriores alusiones de sus cintas a Hitchcock, esta vez quiso ir más atrás en sus citas y se monta una impecable secuencia que alude y homenajea la histórica escena de la escalera de Odessa, sacada del histórico film El acorazado Potemkin, del maestro Serguéi Mijáilovich Eisenstein. También el western tiene su cita, con una cabalgada e incursión en la frontera canadiense por parte de los intocables.
En cuanto al reparto estamos ante un Kevin Costner de 32 años, al que ya habíamos visto en Silverado, de Lawrence Kasdan, o en No hay salida, junto a Gene Hackman. Muy pronto vendría su consagración como actor y director con su Bailando con lobos, cargado de premios, para luego estancar un tanto su filmografía, hasta alcanzar su actual madurez. Junto a él también tenemos en el grupo de policías a Charles Martin Smith (American Graffiti) y brillando con luz propia dos consagrados como Robert de Niro en Al Capone, of course, en su faceta histriónica y apropiado teniendo en cuenta al personaje que incorpora. Y el otro astro es Sean Connery como el veterano de la cuadrilla, el agente Jim Malone, que muere antes de terminar el film, componiendo una espléndida y sobrecogedora escena. Precisamente él logró el único Oscar del film, como actor de reparto, y único también en su estupenda carrera, junto a las nominaciones a la preciosa música de Ennio Morricone, al vestuario y a la dirección artística (ciertamente cuidadosa en su ambientación y vestuario).
Sólo decir, ya terminando, como ya se decía también en la crítica que citábamos al principio, parece claro que cuando una película comercial (como lo fue ésta) tiene el nivel de calidad, espectacularidad, adecuado ritmo narrativo y entretenimiento, es normal que el público siga yendo a las salas... pero los tiempos cambian, los gustos, los formatos para ver cine y obviamente los propios espectadores... Esperemos que siempre tengamos de los que les gusta la sala oscura y la gran pantalla. Que así sea.
(03-11-2024)
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