CINE EN SALAS
La penetración del salafismo (para no iniciados: doctrina islámica que predica la literalidad y estricta aplicación de las leyes musulmanas, la sharia, por encima de otras interpretaciones, seculares o no seculares, sin excluir la violencia para imponerla) en todo el mundo, incluido Occidente, es uno de los temas más preocupantes y de difícil, por no decir imposible solución: esa visión del mundo que lo supedita todo a lo que diga el Corán y otros textos islámicos, escritos hace 14 siglos, y que pretende que gobierne las vidas y los actos de los seres humanos, se viene propagando “sotto voce” en muchas “madrasas” o escuelas islámicas tanto de Oriente como de Occidente, como un veneno que emponzoña a los más fáciles de manipular, a los jóvenes.
Ese tema, que no es ninguna paranoia (en los últimos años se han producido los asesinatos de sendos profesores en Francia, Samuel Paty y Dominique Bernard, a manos de islamistas radicalizados), es el asunto sobre el que gira esta percutante Amal, que se abre con una escena en la que se nos muestra a una chica, quizá en torno a los 17 años, llorando mientras se ducha; en su espalda vemos varios moratones y heridas, además de un tatuaje (grave “pecado” que provocó la agresión que produjo esas laceraciones). Vemos después a Amal, profesora de Literatura en un instituto laico en Bruselas, y vemos como en sus clases busca que los alumnos piensen por sí mismos, sean capaces de argumentar sus ideas, no sean meros papagayos que repitan las lecciones. En su clase está precisamente Monia, la joven herida de la escena inicial, que sigue siendo hostigada “sotto voce” por varios elementos de la clase, muy imbuidos de la versión radical del Corán. Cuando se plantea con la dirección del instituto la agresión a Monia, se termina decidiendo la expulsión temporal de uno de los alumnos, Rachid, sobrino a su vez del profesor de Religión, Nabil, un converso que (en palabras de Amal) tres años antes “se ponía hasta el culo de carne de cerdo”, pero que en un viaje a Egipto se transformó en un radical, un lobo con piel de cordero. Amal, dado que no cejan las intimidaciones a Monia, que aguanta el tipo como puede (los extremistas la acusan de lesbiana, una abominación para sus creencias), decide presentar en clase algunos poemas del escritor árabe del siglo VII Abu Nawas, reconocido bisexual, ante el estupor de los alumnos radicalizados. A partir de ahí, se desatará una espiral que será difícil de detener...
Jawad Rhalib es un cineasta belgo-marroquí, nacido en el país del Magreb, pero educado en Bélgica, su patria de adopción. Allí estudió en la Universidad Católica de Lovaina (lo que quizá aclara la amplitud de sus ideas...), donde se licenció en Comunicación. Aunque ejerció de periodista durante los primeros años de su andadura profesional, pronto se decantó por el cine, y desde finales del siglo XX lleva adelante una carrera como cineasta, primero con documentales, siempre con temas sociales, como El Ejido, la loi du profit (2007), sobre las condiciones infrahumanas de los inmigrantes africanos que trabajan en los campos de cultivo bajo plástico en la localidad almeriense; Les damnés de la mer (2008) denunciaba la eliminación de la pesca de bajura en Marruecos en beneficio de las grandes compañías arrastreras; y Le chant des tortues (2013), de precioso título (“el canto de las tortugas”, nada menos...), que hablaba de la incipiente Primavera Árabe en Marruecos, un movimiento liberador que, lamentablemente, quedó finalmente en nada. A partir de 2014 Rhalib, sin abandonar el documental, comienza a hacer también cine de ficción, con títulos como Insoumise (2016), donde de nuevo plantea, ahora con los ropajes de la invención (basada en hechos reales), la denuncia de la explotación del inmigrante; y ahora, con este su tercer largo de ficción, esta valiente Amal, Jawal apuesta todo a la libertad, una apuesta que para él, ciertamente, puede ser muy arriesgada.
Porque Amal es, fundamentalmente, un canto a la libertad de cátedra, a la necesidad de que el profesor pueda desplegar su labor docente sin cortapisas de ningún tipo, tampoco religiosas. En una de las escenas de este vibrante film, la protagonista, la Amal del título, les dice a sus alumnos que Alá no tiene voz ni voto en su clase. Ese podría ser, de alguna forma, el mensaje del film, como también la reflexión, hecha en voz alta por la protagonista, en su clase, de que la religión es algo entre la persona y su dios, no trasciende al resto de la comunidad.
Rhalib, ciertamente, no parece que sea un relativo neófito en ficción, porque su película está impecablemente filmada, adecuando convenientemente fondo y forma; así, el cineasta de origen marroquí opta por una puesta en escena con la cámara al hombro, que no es mareante salvo en las escenas (de las que hay varias) en las que se producen situaciones tumultuarias, mayormente entre los alumnos, ya en la clase, ya a las afueras del instituto, recurso este, el de la cámara al hombro, que funciona bien en esas situaciones, propiciando con el propio movimiento de la cámara el incremento de la creciente tensión que se produce entre las dos visiones antitéticas, la de los fanáticos yihadistas y la de los seculares. Estamos, entonces, ante lo que podríamos llamar el estilo cinematográfico plegado, adaptado expresamente al vibrante alegato contra la intolerancia que se quiere transmitir, una fusión de fondo y forma que, ciertamente, nos parece admirable.
Ese ambiente irrespirable en clase (y fuera de ella) se irá tornando realmente asfixiante tanto para la alumna Monia, que se aparta voluntariamente (y, por supuesto, está en todo su derecho) de la ortodoxia que le quieren imponer otros, como para la propia profesora, cuya defensa a ultranza de su discípula, y su deseo de enseñar a todo trance a sus alumnos a ser libres en su pensamiento, a tener una mirada amplia sobre el mundo, con independencia de cuáles sean sus sentimientos religiosos, la convertirá en el blanco del odio de los yihadistas.
Para la protagonista, el salafismo en su escuela (en todas las escuelas, en realidad) es un tumor que se va a gangrenar. Y, vista la película, y su resolución (que no debe ser desvelada, claro está), nos parece que esa afirmación no está exenta de verdad. Y es que Amal habla de un gravísimo problema de convivencia, en Bélgica, pero también en otros países donde las comunidades islámicas tienen ya un importante peso específico (demográfico, social); por supuesto, hay muchos musulmanes, seguramente la mayoría de los árabes radicados en Europa (y sus hijos, europeos ya de nacimiento), que aceptan de buen grado las normas seculares de los países en los que viven, pero el problema radica en esa penetración sinuosa que se realiza en mezquitas y “madrasas”, bajo los melifluos ropajes de la piedad y de la virtud (como si hubiera virtud alguna en rebanarle el cuello a un prójimo...), que envenena a la juventud, los mentalmente más vulnerables, los más fáciles de pastorear por individuos que, como el Nabil del film, profesan “la fe del converso”, la que le hace ser mucho más riguroso y estricto que los seguidores de toda la vida de una religión. Un problema, seguramente insoluble, que las sociedades democráticas de los años futuros tendrán que afrontar si quieren sobrevivir como sociedades libres.
La película, sin duda, tensiona al espectador, y es lo que busca, introducirlo casi físicamente en esta trama en la que todo conspira para quien no ceja en su intención de hacer lo correcto: proteger al diferente, intentar que las mentes de los alumnos, incluso de aquellos más recalcitrantes, se abran para ver que el mundo es algo más, mucho más, que el cuadriculado microcosmos de su religión (sea esta la que sea), que no se puede, no se debe ser lector de un solo libro, porque eso solo fabrica fanáticos, solo genera dolor, solo produce involución.
Estamos entonces ante una película hecha con nervio, con las tripas, muy auténtica, una película en verdad valiente, sobre todo al estar hecha por una persona nacida en la cultura (y la religión, que en este caso son casi inseparables...) islámica.
Gran trabajo de Lubna Azabal, actriz belga de obvios ancestros árabes, una de las mejores de su generación, que trabaja igualmente en Europa y en los países de cultura árabe, una actriz de amplio espectro capaz de hacer personajes de todo tipo, y a la que hemos podido admirar no hace mucho en El caftán azul, en un rol bien distinto.
(29-10-2024)
107'