Godless

Esta película se pudo ver en la Sección Oficial a Concurso del Sevilla Festival de Cine Europeo 2016 (SEFF’16).

Hay interesantes historias que tienen buenos servidores y las ponen en escena con claridad, ecuanimidad y sensatez, pero hay también interesantes historias que no encuentran una formulación adecuada en la realización. Nos tememos que esto último es lo que pasa con Godless.

Gana es una enfermera especializada en el cuidado de ancianos, fundamentalmente aquejados del síndrome de Alzheimer. Está introducida en una red de tráfico ilegal de carnés de identidad, documentos que roba a los enfermos para trapichear en el mercado negro. Es adicta a la morfina y tiene un novio con el que mantiene una relación sexual igual a cero, por el nulo interés de él. De niña vivió un infierno en forma de abusos por una canallada sin nombre del padre. Su vida es, a todas luces, insoportable. Pero cuando uno de los viejos que tiene que cuidar (y estafar) resulta que es director de un coro, la mujer concibe una vía de escape a través del canto. Pero las cosas no serán fáciles…

Esta película búlgara (con el concurso financiero de las cinematografías francesa y danesa) parte, entonces, de una historia potente, una trama que nos plantea una vida infernal, a la manera del Aki Kaurismäki de La chica de la fábrica de cerillas o del Bresson de Mouchette. Pero, en contra de lo que hicieron tanto el cineasta finlandés como el francés, Godless adolece de una dirección amorfa, plana, de una personalidad chata, de una sosería que invita al bostezo. Una historia con muchas posibilidades en otras manos, en las de Ralitza Petrova, sin embargo, se queda en casi nada. Y lo curioso del caso es que Petrova es también la guionista, por lo que habrá de concluir que lo suyo es escribir buenas historias, pero no tanto llevarlas a la pantalla.

Es cierto que se trata del debut en la dirección de largometrajes de esta cineasta búlgara, que hasta ahora sólo había hecho tres cortometrajes. Se aprecia falta de seguridad en la puesta en escena, una planificación sin pizca de creatividad, una alarmante escasez de recursos cinematográficos. Así las cosas, no se entiende como Godless ha conseguido un buen número de premios en festivales, entre ellos el prestigioso Leopardo de Oro de Locarno: ya se sabe lo de la doble acepción de la palabra “fallo”: veredicto del jurado, pero también error, equivocación. Pues va a ser eso…