Arsénico por compasión

Frank Capra empezó a escribir y dirigir cine con solo 24 años, en 1921, en plena época muda del cinematógrafo. Durante los años veinte estuvo al servicio de algunas de las estrellas del cine silente, como Harry Langdon, para, a partir de mediados de los años treinta convertirse en uno de los cineastas más reputados del Hollywood clásico, casi siempre en los terrenos de la comedia, de la que fue un consumado cultivador. Sucedió una noche (1934), con una pareja de gran química, Clark Gable y Claudette Colbert, ganó 5 Oscars y le entronizó como uno de los directores más populares de la época. Las décadas de los treinta y cuarenta fueron su mejor época, con films que están en la memoria colectiva y en la Historia del Cine: Horizontes perdidos (1937), Vive como quieras (1938), Caballero sin espada (1939), Juan Nadie (1941), ¡Qué bello es vivir! (1946), El estado de la Unión (1948), constituyen todo un legado de un cineasta que se volcó fundamentalmente en la comedia, pero en una comedia humanista y no exenta de intenciones políticas, siempre en una línea profundamente liberal.

La película Arsénico por compasión pertenece a esa etapa fundamental de la filmografía de Capra, si bien se ajusta más al esquema de comedia negra y de enredo. Basada en la obra teatral Arsenic and old lace (literalmente, “Arsénico y encaje antiguo”), de Joseph Kesselring, Capra puso en escena una divertida humorada, una comedia negra que se inicia con los protagonistas, el crítico teatral y significado “anti-matrimonio” Mortimer Brewster y su prometida, Elaine, que están en la sala del ayuntamiento para obtener una licencia matrimonial, cuando son observados por unos periodistas gráficos quienes, al descubrirlo, ven la oportunidad de conseguir una gran noticia: el más conspicuo varón contrario a la boda, a un paso de casarse... Una vez que Mortimer y Elaine, al fin, consiguen la licencia matrimonial, ya en casa del primero, este se entera de que sus adorables tías, dos venerables ancianitas, llevan tiempo, dicen que por piedad, envenenando a pobres de solemnidad que no tienen donde caerse muertos (y así ellas les proveen de un lugar para ello...). Así que Mortimer, recién casado, se enfrenta a un problema morrocotudo... y eso que aún no ha llegado su hermano Jonathan, la oveja negra de la familia, con toda la cara de Boris Karloff...


Estamos ante una  brillante comedia de enredo, en la que su origen teatral lo propicia, con diferentes puertas por las que entran y salen gente en el momento más inesperado e inoportuno. Sin duda, parte de la comicidad procede de la contradicción entre las dos adorables viejecitas y su afán asesino, la carencia de una conciencia al uso, que el cine de su época hubo de disfrazar de demencia genética, de locura familiar.

De esta forma nos encontraremos con un divertido enredo con cadáveres de guardarropía, fosas en el sótano, hermanos majaras, tías asesinas que no saben que lo son, y un recién casado ideológicamente opuesto al matrimonio que tendrá que lidiar con todo ello y no acabar loco. Con un ritmo frenético y chispeantes diálogos, la película tiene incluso ciertos toques de terror light con las escenas del hermano delincuente, filmadas a la manera expresionista, con toques como de cine negro o de terror, aunque muy tibios. Y es que estamos fundamentalmente ante una comedia; negra, nigérrima, pero comedia al fin y al cabo.

Es cierto que el tiempo no ha sido demasiado misericorde con la película, que en el siglo XXI en el que escribimos parece ya un tanto pasada de rosca, sobre todo por la actuación demasiado histriónica de un Cary Grant sobreactuado. Con todo, Arsénico por compasión sigue gustando por su tono descreído, por su farsa inteligente y divertida, por no tomarse demasiado en serio a sí misma, cualidad imprescindible en toda comedia.

Aparte de Grant, del que ya hemos comentado su actuación un tanto excesiva, nos gusta la composición que Raymond Massey hace del hermano criminal, con afeites y maquillajes que le asemejan a un mito del cine de terror de la época, Boris Karloff y su inolvidable caracterización del monstruo de Frankenstein. Y también está Peter Lorre,  que hace de un impagable matasanos...

(05-01-2022)