Godzilla vs. Kong

Este es el siguiente capítulo del enfrentamiento épico entre dos de los más grandes iconos del cine de todos los tiempos, el temible Godzilla y el poderoso King Kong, una historia que tiene sus precedentes en los títulos Godzilla (2014), Kong: La isla Calavera (2017) y Godzilla: rey de los monstruos (2019).

Esta continuación comienza con King Kong en la citada isla atendido por sus cuidadores, entre los que está Jia, una niña huérfana sordomuda, que ha sido acogida por la doctora Ilene Andrews, que se lleva bien con Kong, con el que habla por signos. Entre tanto Walter Simmons, fundador de la compañía de tecnología APEX, ha descubierto una fuente de energía en el fondo de la Tierra Hueca y propone asociarse con los cuidadores de Kong, Nathan Lind e Ilene Andrews, para hacer un peligroso viaje a la Antártida donde hay una puerta por la que se accede a ese mundo subterráneo en el que puede hallarse el origen de King Kong. Por el camino surge el eterno enemigo de Kong, el destructor Godzilla, con el que tendrá más de un enfrentamiento.

Godzilla y Kong son dos auténticos titanes, eternos adversarios, dos fuerzas poderosas capaz de destruir edificios enteros, resultando espectacular verlos enfrentados en embravecidos combates a muerte, lo que pone en peligro la misión de esos territorios por descubrir. Por medio se cruza la trama de Madison y sus amigos, que no tiene interés y sería fácilmente suprimible, lo que aligeraría metraje.

No es la primera vez que Godzilla y Kong se enfrentan en la pantalla, ya lo hicieron en 1962 y 1963 en los films de Ishirô Honda en varias ocasiones, a cual más espectacular, conforme han ido avanzando los efectos especiales. Cada uno ha tenido también sus aventuras por separado en producciones tanto japonesas para Godzilla como norteamericanas para Kong, hasta que los enfrentaron en monstruosos combates. Ambos atacaron a sus respectivas ciudades, Tokio y Nueva York, pero ahora pelean entre sí y no se contentan con hacerlo en tierra sino también debajo del agua.

Posee un guion de Eric Pearson y Max Borenstein que no es muy claro en la narración de esta historia que se complica algo más con esos personajes suprimibles que se entrometen en la acción. Igual ocurre con la dirección que, como es habitual, además de ser previsible, utiliza el montaje en corto, lo que hace que resulten las peleas difícil de ver con claridad como exige una producción espectacular como esta que haga vibrar al espectador.

Esta película debería haberse llamado El ru(g)ido y la furia (1959), como aquella de Martin Ritt, ya que los gritos de ambos ensordecen al espectador junto a la espectacular banda sonora de Junkie XL.

Aquí los monstruos son los protagonistas y los actores pasan a un segundo plano, con algunas escenas entrañables para la pequeña debutante Kayle Hottle en el papel de Jia, a la que Kong protegió cuando quedó huérfana y ella ahora le procura su bienestar.

El director Adam Wingard procede del cine independiente americano, especialista en cine de terror, con títulos como Tú eres el siguiente (2011) y The guest (2014), aquí con una saturación de combates entre los monstruos con alguna sorpresa, aunque sale airoso dirigiendo de forma automática una cinta que no hay que tomársela en serio, sólo dejarse ir si se desea disfrutar del espectáculo.