La directora de orquesta

A nuestras carteleras no sólo llegan películas norteamericanas y francesas, antes eran las italianas, sino que a veces lo hacen de otras cinematografías tan exóticas como la China, la India o como en este caso la holandesa, con esta bonita e interesante historia que se basa en la vida de una insólita mujer, la holandesa Antonia Brico, nacida el 26 de junio de 1902 en Róterdam (Holanda) y fallecida el 3 de agosto de 1989 en Denver (Colorado), que fue la primera que dirigió la Orquesta Sinfónica de Berlín en los últimos años de la década de 1920, lo que le costó no poco esfuerzo hasta conseguirlo y años más tarde también lo hizo con la New York Philarmonic Orchestra, la más antigua de EE.UU., y en la ciudad de los rascacielos fundó una compuesta únicamente por mujeres.

Durante varias décadas luchó con denuedo por lograr un lugar entre los grandes del mundo de la música clásica, pero su destreza como directora tropezó con su condición femenina, ya que el mundo de las orquestas sinfónicas es muy machista, lo que le originó muchas dificultades para llegar a conseguirlo, pero a base de tesón y esfuerzo por fin logró hacer realidad su sueño.

Basada en hechos reales, cuenta la historia de Antonia Brico, una joven holandesa de nacimiento y norteamericana de acogida, a la que nadie toma en serio por ser mujer, por querer ejercer un oficio reservado a los hombres, pero no obstante revolucionó el mundo de la música.

La acción comienza en los Estados Unidos, en 1926. Cuando era una niña con sus padres emigró en 1908 a California, y con 24 años su aspiración era convertirse en directora de orquesta y decidió presentarse a un examen de ingreso en la Orquesta Filarmónica de Berlín, y cuando surgió Frank Thomsen, el amor de su vida, tuvo que elegir entre dejarse llevar por su corazón o seguir apostando por lograr su sueño.

Aunque se desarrolle en la primera mitad del pasado siglo, el tema está muy de actualidad en estos momentos en que se lucha por la igualdad del hombre y la mujer que poco a poco van ganando terreno.

Christanne de Bruijn debuta en el cine con este film, tras haber interpretado cuatro series de televisión, en el que carga con todo el peso de esta historia de la que sale airosa con un buen trabajo con este personaje que con esfuerzo y tesón es todo un ejemplo de perseverancia en conseguir su propósito.

La dirección corre a cargo de Maria Peters, una mujer procedente de la producción con más de una treintena de títulos en su haber, que decidió pasarse a dirigir, y tras hacer varios cortos y series televisivas rueda con éste su décimo largometraje y primero que vemos en nuestros cines, en el que pone toda la delicadeza de su condición de mujer en esta dramática historia, de la que hace también el guion, sin caer en melodramatismos en lo que es la vida de la protagonista, que en la edad adulta se entera de que fue adoptada y trata de encontrar a su madre biológica, ya que la adoptiva le confiesa que no la quiso nunca y siempre le llamaba Willy Wolters para ocultar su verdadero nombre.

A pesar de las más de dos horas y cuarto, se sigue bien, ya que se pasan en un vuelo debido al interés que suscita la historia que prende la atención del espectador por el camino que sigue esta mujer hasta conseguir triunfar tras dejar atrás todos los obstáculos debidos a la misoginia reinante en su momento.

Hoy día se pueden ver muchas mujeres como componentes de una orquesta sinfónica, pero según las estadísticas, ninguna hay actualmente como directora de la misma.

La banda sonora incluye además algunos fragmentos de partituras clásicas conocidas, junto a la original de Quinten Schram y Bob Zimmerman, que resulta interesante.