Time trap

Esta película está disponible en el catálogo de Netflix, Plataforma de Vídeo bajo Demanda (Vod).

Mark Dennis y Ben Foster (nacido Benjamín Fernández Foster, de origen cubano-americano) son una pareja profesional que suele trabajar siempre juntos. El primero es director y guionista, mientras que el segundo es fundamentalmente productor, aunque tenga también una carrera como director, siempre de la mano de Dennis. Ambos  correalizaron su anterior largo, Strings (2011), también un film inserto en el fantástico “indie”, como este Time trap que juega con el siempre evanescente tema del tiempo.

La acción se desarrolla en nuestros días. Un profesor arqueólogo, obsesionado con encontrar a una familia de hippies que desaparecieron en los años setenta en ciertas cuevas próximas, se dispone a explorarlas. Sus jóvenes profesores adjuntos quieren acompañarle, pero él se lo prohíbe. Cuando entra en la cueva, se topa con una especie de muro transparente que puede ser traspasado, pero al hacerlo, ya no puede volver atrás. Preocupados porque su maestro no regresa de la expedición, los profesores adjuntos y dos adolescentes a los que tienen que llevar porque no tienen con quién dejarlos se adentran en las mismas cuevas, donde les esperan muchas sorpresas...

Lo cierto es que Time trap no es precisamente la octava maravilla, ni del fantástico, ni de la ciencia ficción, ni de nada. Tiene una estética de telefilm, con colores brillantes, decorados y atrezzo con pinta de falsos, y la típica iluminación plana de los rodajes estandarizados, con una trama elemental que ciertamente no la hace inolvidable, ni mucho menos. Es cierto que tiene algunos guiños curiosos, como los que se hacen explícitamente a Los goonies y El proyecto de la bruja de Blair (de hecho, inicialmente el proyecto de Time trap fantaseaba con el concepto de “found footage” o metraje encontrado, como esa popular película de terror), y que el tema del lugar donde el tiempo transcurre mucho más lento que en el resto del universo es atractivo aunque, evidentemente, ha sido desaprovechado por estos dos directores que trabajan en comandita. El tema del tiempo a dos velocidades ya lo exploró recientemente, por ejemplo, Christopher Nolan en su Interstellar (2015), pero evidentemente no hay color. Es cierto que una de las virtudes de Time trap es que, aunque es una convencional aventura no precisamente inspirada, no se toma demasiado en serio a sí misma, lo que habla bien de sus autores.

Buscando la transversalidad del público, además del profesor ya maduro y de sus jóvenes adjuntos, se incluye a un par de adolescentes ciertamente insufribles, quizá para justificar la mentada alusión a Los goonies. Por momentos, sobre todo por el rápido paso del tiempo allende la cueva donde se meten estos incautos, la trama y, sobre todo, las imágenes recuerdan la famosa El tiempo en sus manos (1960), de George Pal, aunque también es evidente que aquella vieja y estupenda película jugaba con el tema mucho más atinadamente que esta.

Hecha con un presupuesto ciertamente corto, en torno a un millón de dólares, ello no es óbice para que el resultado sea muy endeble: el talento no tiene nada que ver con los recursos económicos, como ya sabemos, y aquí ciertamente los cuates Dennis y Foster no se puede decir que hayan dado en la tecla.

Para remate de los tomates, la última parte del film ya pierde totalmente los papeles, dando entrada a lo que parece un alienígena vestido como de bombero y a unos trogloditas acartonados, además de incluir varias escenas de acción deplorablemente rodadas, provocando un ataque de vergüenza ajena en el espectador, lógicamente acostumbrado a que ese aspecto, en el cine norteamericano, sea siempre “first class”; pues no es el caso...
 
Con intérpretes desconocidos y, lo que es mucho peor, sin ningún interés en conocerlos, la película naufraga y no llega a despertar en ningún momento la atención del espectador.

(25-09-2020)