Al límite (2000)

Tras su anterior y fracasado filme, Kundun, poco estimulante acercamiento al budismo, Scorsese parece querer recuperar el favor de público y crítica, pero no será con filmes como este Al límite (por cierto, ¿por qué se permite utilizar este título, que es el de una película española de 1997?). Y tal vez el error haya sido contar con un guionista como el también director Paul Schrader, tan interesante como "pesado" con su omnipresente tema, la culpa, como buen calvinista teóricamente redimido pero que vuelve, una y otra vez, al sentimiento de responsabilidad por pecados cometidos.

En este caso será un médico de urgencias en las calles de Nueva York, con problemas psicológicos por haber perdido una yonqui meses atrás, el que habrá de enfrentarse con todas sus taras mentales al infierno neoyorquino, con sus camellos, sobredosis, paros cardíacos, peleas, suicidios... un abismo finisecular, cuasi apocalíptico si no supiéramos que es tan real como la vida misma. En ese contexto alucinado, durante tres días (y, sobre todo, tres noches), este hombre habrá de ajustar cuentas consigo mismo. Hasta ahí todo bien; otra cosa es que Scorsese, cuyo talento nadie discute (y menos yo, que soy un admirador de casi todas sus películas), no ha encontrado aquí el tono ni, sobre todo, la historia que cuadre con sus intereses y sus obsesiones.

Así las cosas, el filme tiene su atractivo (ese mundo infernal de las noches de Nueva York, esos energúmenos revestidos de autoridad como el médico que se dedica a reventar yonquis...), pero carece de pulso narrativo y tiene varios cambios de ritmo y de tono que no le permiten centrarse en algo concreto. Carece de tema, más allá de ese complejo de culpa de la historia de Schrader, que esta vez Scorsese no ha sabido hacer suyo, como lo hiciera en Taxi driver o Toro salvaje. El resultado es una película que en cualquier otro sería brillante, pero que en el autor de La edad de la inocencia sabe a poco.