Algo para recordar

Con un título original mucho más expresivo y significativo de su trama argumental ("El desvelado de Seattle"), esta película es la segunda como realizadora que firma Nora Ephron, antaño combativa periodista y autora de la corrosiva novela Se acabó el pastel, que llevó al cine Mike Nichols. Y la verdad es que cuesta trabajo comprobar que ahora Nora Ephron sea responsable de una cinta tan blanda, convencional y previsible como resulta ser esta Algo para recordar, historieta telefílmica muy similar a las que en cualquier sobremesa nos trae la pequeña pantalla.

La cosa va de joven viudo con simpático niño incluido, que se ve envuelto en una trama celestinesca urdida a partes iguales por su retoño y una típica consultora radiofónica. Así, el drama sentimental de este hombre acaba siendo algo público y, a miles de kilómetros, una joven un poquito harta de su patoso prometido, se empeña, se obsesiona por conectar con él.

Si la comedia es un género difícil, la comedia sentimental lo es aún más, por cuanto tiene el riesgo evidente de pasarse de rosca y caer en el ternurismo y lo lacrimógeno. Aquí no se ha evitado el peligro y el resultado está a años luz de esa espléndida Tú y yo que bordaron Cary Grant y Deborah Kerr en los años cincuenta y a la que tantas referencias se hacen en este film.

Tan sólo algunas escenas (las más humorísticas) o algunos detalles sobrenadan en un conjunto anodino, que sólo busca descaradamente la complicidad del espectador y llegar sin sobresaltos a un lógico y esperado final feliz. Este romance en las ondas a larga distancia lo protagonizan una pasada Meg Ryan –que nos recuerda los peores tiempos de Goldie Hawn-- y un Tom Hanks que película a película va mejorando, lo que no quiere decir que ya sea ese gran comediante que algunos quieren ver en él.