Arraianos

Cuando yo era chico, hace ya tantos años, en la entonces única televisión de España (a la sazón Televisión Española, TVE), había un programa de cuyo nombre no me acuerdo, pero sí de su alma mater, un cantante o cantautor castellano llamado Ismael, que rescataba del olvido las viejas canciones de su tierra; era un programa curioso, sobre todo porque presentaba en su salsa, cantadas por viejucas, canciones que se hubieran perdido si no las hubiera rescatado este a modo de juglar, hoy olvidado.

Bueno, pues eso mismo, pero con muchísimos más medios, menos talento y demasiadas veleidades “artísticas” (las comillas no son inocentes, por supuesto) es lo que ha hecho el cineasta Eloy Enciso Cachafeiro, (re)descubriendo un pueblito entre Galicia y Portugal, donde dicen que se ha parado el tiempo. Hombre, es verdad que parece sacado de los años cincuenta o sesenta, pero tampoco es que estén en la Edad Media. Enciso se dedica a darnos viejas canciones a la manera de Ismael, pero también adoba esas escenas con otras manifiestamente surrealistas, no se sabe si imitando (mal) a José Luis Cuerda y sus películas gallegas (El bosque animado, Amanece que no es poco), con viejas soltando unos discursos que en su vida han pasado por sus meninges: hay que reconocerle a las ancianas el esfuerzo por aprendérselos, pero ciertamente esas peroratas sobre lo físico y lo metafísico suenan a falso en sus bocas.

El resto es mucho bosque, mucha niebla, mucho plano estático (qué males se cometen en nombre de Antonioni, o de Kaurismaki…), mucha mandanga, mucha castaña.
Valoraremos el esfuerzo de producción y la buena factura, aunque el objeto de este despliegue inusitado de medios (hay más títulos de créditos que en una superproducción yanqui…) no haya estado a la altura. Eloy Enciso tampoco, desde luego.