Francisco J. Lombardi se ha convertido ya en "el" cineasta peruano por excelencia. Autor de una filmografía notable (suyas son La ciudad y los perros, Caídos del cielo y La boca del lobo, entre otras), su obra se caracteriza por una sugestiva combinación de elementos autóctonos de Perú y reflexiones sobre la condición humana. En esta interesante Bajo la piel reincide en esta línea, ahora con una divulgación de la personalísima cultura precolombina de los moches, caracterizada por realizar sacrificios humanos rituales, y el "thriller" que echa a andar cuando comienzan a aparecer cabezas decapitadas de jóvenes veinteañeros. Pronto el policiaco devendrá historia romántica, apareciendo el demonio de los celos, para cerrarse el filme retornando a los vericuetos de la intriga. Contada con buen pulso, la película de Lombardi tiene momentos iridiscentes, centelleantes en su pureza cinematográfica: el interrogatorio del acusado en la celda, la mutua, consecutiva y crucial mentira entre los amantes, son escenas espléndidas, perlas de incalculable valor engarzadas en un filme de atractivo tono medio, aunque no a la misma altura de esos instantes. Lástima, porque podríamos haber estado ante una obra maestra, quedándose nada más (y nada menos...) que en una buena película
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