Pelicula:

CINE EN SALAS


Para que no haya dudas, la película empieza (además de con el prota, Austin Butler, en pantalla) con la imagen de Griffin Dunne, un actor norteamericano de carrera más bien irregular, cuyo único film relevante fue ¡Jo, que noche! (1985) (peculiar traducción del original After hours). Y decimos esto porque lo cierto es que esta Bala perdida (también peculiar traducción del original Caught stealing…) nos parece que no es sino una versión libérrima y actualizada de aquel viejo film de Scorsese, aquel ¡Jo, qué noche! con el que se sacudió el fiasco que supuso su anterior film, El rey de la comedia (1982).


Pues, como decimos, tenemos para nosotros que Bala perdida no es sino una versión siglo XXI del film scorsesiano, no solo por la presencia inicial (quizá incluso iniciática…) de Griffin Dunne como nexo de unión entre ambas pelis, sino también por el propio concepto de la película de Aronofsky, varias noches en las que al pobre protagonista, salvo quedarse embarazado, le pasa de todo…


La cinta se ambienta en el Nueva York de 1998, un tiempo en la Gran Manzana no precisamente brillante, con bandas de mafias diversas que campaban a sus anchas, una Policía corroída por la corrupción, y una ciudadanía que sobrevivía como podía. En ese contexto conocemos a Hank, un treintañero que trabaja de camarero en un tugurio; el chico está traumatizado (aunque procura disimularlo…) por haber perdido la ocasión de ser una gran estrella del béisbol, cuando, estando en el instituto y muy bien colocado para ser captado por las ligas profesionales, tuvo un accidente con el coche que conducía, destrozándose una rodilla y muriendo el amigo que viajaba con él. Hank tiene una novieta, Yvonne, con la que no se decide a tener una vida en común. Cuando su vecino de planta Russ se marcha a Inglaterra a ver a su padre moribundo, le deja el gato para que lo cuide. Al día siguiente aparecen dos rusos en la puerta de Russ y, al no obtener las respuestas que querían al preguntarle sobre el inglés, le pegan una paliza de muerte. Hank prefiere no denunciar, aunque la policía Roman le presiona para ello. Cuando algo después encuentre entre las cacas del gato una llave, empieza a sospechar qué es lo que buscaban aquellos fieros matones eslavos…


Es curioso lo que está pasando con Darren Aronofsky, el director de la película: fue descubierto a finales del siglo XX con la inclasificable, curiosísima Pi, fe en el caos (1998), film paupérrimo (en términos presupuestarios) sobre la existencia de un número que explicaría a Dios y, con ello, al universo, una peli rarísima pero subyugante, que nos hizo creer que estábamos ante un poderoso creador con una singular capacidad para contarnos historias distintas. Pero lo cierto es que, casi tres décadas después, Aronofsky no acaba de arrancar (y ya ha tenido ocasiones…), con una filmografía más bien errática en la que ha habido algunos aciertos parciales, pero también dando la impresión de que no se sabe muy bien de qué va, a qué juega, qué papel pretende representar en el cine moderno. Porque no parece que sea cuestión de eclecticismo (por supuesto, una de las virtudes de los grandes cineastas clásicos), sino simplemente de disparar sin ton ni son según le pille o según le venga a mano…


Porque además su carrera parece ir de más a menos: Réquiem por un sueño coqueteó con las ideas de la relación madre/hijo cuando las patologías psicológicas andaban de por medio; en El luchador nos habló del ocaso de los “catchers”, los practicantes de una disciplina, la llamada “lucha libre”, más falsa que Judas; en Cisne negro volvió a tocar las obsesiones patológicas, ahora con una complicada relación madre/hija, para en los últimos años ir decreciendo en interés, con una peculiar pero acartonada peli bíblica, Noé, un disparate con forma de película, madre!, con la que nos tomó el pelo a todos, y una inabarcable (y no hablamos de los cientos de kilos con los que aparecía -suyos y añadidos- Brendan Fraser…) La ballena, de nuevo sobre las relaciones (aquí) paterno-filiales en un entorno (otra vez…) muy peculiar. 


Total, que Aronofsky ahora parece que quiere homenajear a aquella comedia negra, nigérrima, ¡Jo, qué noche!, con esta peli que busca re-crear su tono, haciendo que las peripecias que le acontecen a este pobre diablo (como el que componía Griffin Dune en la de Scorsese) reproduzcan, a la espectacular e hiperbólica escala que toca en este siglo XXI, aquella noche horrible en la que todo fue posible, como aquí también, entre otras cosas que te majen a palos dos descerebrados eslavos, te persigan a muerte dos matones ultraortodoxos judíos (con más mala leche que Netanyahu, que ya es decir…), pero también la Policía, señalándote torticeramente como autor de las sucesivas matanzas que van jalonando la peli, en un crescendo que, ciertamente, haría las delicias de cualquier dueño de funeraria (por la de ataúdes que iba a tener que surtir, se entiende…).

Pero, qué quieren que les diga, de Aronofsky, tras Pi, fe en el caos, incluso tras El luchador o Cisne negro, esperábamos algo más que esta tirando a descerebrada comedia negra y de acción, que podría haberla hecho cualquier pegaplanos. De un creador de mundos como Aronofsky nos esperamos cualquier cosa menos un thriller con pinta de terminar en Netflix como uno más de los films que entran en su batidora de estrenos para ser vorazmente deglutido por gente que busca evadirse de sus problemas diarios. Para eso ya hay una legión de probos técnicos sin pizca de talento creativo, pero tú vales más, Darren… o eso creíamos…


Buen trabajo actoral en general, con un Austin Butler, el prota, que se está revelando como uno de los actores más interesantes de su joven generación. Del resto nos quedamos con la dulzura irónica de Zoë Kravitz y la mala uva de Liev Schreiber y Vincent D’Onofrio, dos tíos con pinta de rabino y gatillo fácil (ni que fueran ministros ultras en el gobierno israelí…).


(17/10/2025)



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107'

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Bala perdida - by , Oct 17, 2025
2 / 5 stars
Un "¡Jo, qué noche!" libérrimo y actualizado