¡Cómo está el servicio!

Durante toda la década de los sesenta, y también durante los inicios de los setenta, hizo furor comercial en España, al mismo compás que el desarrollismo de aquellos años, un tipo de comedia al que la crítica dio en llamar “comedietas” o “españoladas”, para calificar de entrada despectivamente un ínfimo producto cuyo único horizonte estaba en la taquilla del cine de barrio más cercano.

El protagonista de aquel subgénero era el españolito de a pie, a todas horas "salido", que buscaba su consuelo en vikingas con las que calmar sus insaciables apetitos eróticos. Durante muchos años el actor que encarnó a este españolito pequeño, calvito, miope y sátiro de vía estrecha fue José Luis López Vázquez, sustituido después con gran éxito por Alfredo Landa. Los dos dieron después cabal medida de sus notables calidades en productos de muy superior interés.

¡Cómo está el servicio! se inscribe en este tipo de comedias, aunque en la variante de “cateta” salada, con una curruquilla que va a servir a Madrid a casa de un norteamericano, sucediéndose los chistes de sal gruesa, siempre en el tono comedido que marcaba la censura de la época.

Lo único de cierto interés del filme es su reparto, encabezado por una actriz, Gracita Morales, que gozó de gran predicamento en aquella época, para luego ser totalmente olvidada. Además del gran López Vázquez, aparecen actores que posteriormente vieron sus carreras claramente revitalizadas, como Antonio Ferrandis y José Sacristán, y esa gran dama del teatro que era Irene Gutiérrez Caba.