El amor menos pensado

Es una comedia romántica en la que una pareja sufre una crisis que les lleva a separarse y a experimentar de nuevo la soltería, pero descubrirán, con el paso del tiempo, que no es tan bonito como parecía. Es la historia de un matrimonio argentino compuesto por Marcos, un profesor de Literatura, y Ana, una psicóloga especialista en estudios de mercados, que llevan 25 años casados, cuyas vidas cambian cuando su único hijo abandona la casa familiar y se va a estudiar su carrera a España y en esos momentos la pareja entra en una crisis existencial.

Esto provoca en ellos la sensación del nido vacío, y se replantean su situación en torno al amor, la convivencia, el deseo, la soledad, la fidelidad y cuantas cuestiones tienen relación con su matrimonio. Sin peleas, casi como si se tratara de un nuevo proyecto en común, finalmente deciden separarse. Es lo que sería una separación de común acuerdo, porque se han dado cuenta de que ya no son felices juntos y tratan de iniciar su vida por separado, sin que haya ningún motivo de infidelidad, ni otra persona en el horizonte de ambos, lo que cambiará sus vidas.

Durante los meses siguientes tratan de encontrar la estabilidad con diferentes parejas, consultando a los amigos y padres, entre los que también se dan ciertas circunstancias novedosas al respecto. La vida de solteros, intensa y fascinante al inicio, pronto les plantea nuevas preguntas e incertidumbres. Marcos y Ana se interrogan a fondo sobre el amor, aunque se quieren y en el fondo se necesitan.

Es una comedia que tiene una sensación agridulce, realizada con frescura y con un irónico sentido del humor, inteligente, divertida, humana y honesta, sobre un amor que se apaga, pero el cariño se conserva.

El film se mantiene gracias a la naturalidad interpretativa de sus dos principales protagonistas que están espléndidos, con un Ricardo Darín que a sus años conserva su carisma y su atractivo, igual que su compañera, Mercedes Morán, a la que acabamos de ver en El ángel (2018), que expresa bien sus sentimientos en esas circunstancias, tanto con respecto al hijo que se fue, como con su marido ausente. Una historia que los actores llevan a cabo de forma cálida y verdadera con respeto a los personajes, de forma elegante aunque con un final previsible.

La cinta analiza el síndrome del nido vacío, pero también lo que supone tener que iniciar una nueva vida cuando ya se han pasado los cincuenta años en común con otra persona. En este sentido ironiza con las nuevas tecnologías, con las actuales maneras de ligar y conquistar a la pareja, con las citas y el uso de las redes sociales. No se hace larga, pero se podía perfectamente haber suprimido alguna de las aventuras respectivas de cada uno de los miembros de la pareja o de sus encuentros con amigas o padres.

Tiene un sólido guion que posee unos diálogos brillantes, bien escritos, sinceros, con conocimiento del ser humano, expresando perfectamente la vida cotidiana del matrimonio cuyas frases las podían pronunciar cualquier persona, con juegos y trampas en las preguntas y respuestas. Comedia interesante, con una fluida narrativa, sobre el tema del amor desgastado que con el paso del tiempo se convierte en rutinario, que hace a los cónyuges querer cambiar de vida.

El encargado de dirigir esta comedia es el bonaerense Juan Vera que fue el productor de la aclamada El hijo de la novia (2001), significando su debut como director y lo hace de forma correcta. Es la película elegida para representar a Argentina en los Oscar a la mejor de habla no inglesa.