In the shadow of women

Esta película se pudo ver en la Sección Oficial a Concurso del Sevilla Festival de Cine Europeo (SEFF’2015).

Philippe Garrel es un director y guionista de largo recorrido; empezó a hacer cine en 1964, pero lo cierto es que su cine, en general, ha tenido escasa proyección internacional. In the shadow of women plantea el viejo tema de la infidelidad, si bien en este caso se trata de una doble infidelidad mutua entre ambos cónyuges, con un distinto tratamiento por parte de los esposos. Mientras ella corta con su amante e intenta reiniciar desde cero, él no le cuenta que la engaña, y además mantiene desde entonces una postura de celos extremos. Aunque pareciera que estamos ante un caso de malos tratos conyugales, la sangre no llega al río y ambos se separan más o menos civilizadamente.

Pero el conjunto no entusiasma; parece que Garrel toma partido por ella, y parece lógico porque en la pareja es la que se porta más honestamente (o menos deshonestamente, si se quiere), pero cargar las tintas sobre el marido parece más una postura maniquea que una posición realista. Él parece un arquetipo del macho clásico, que sólo admite la infidelidad masculina, como si la femenina fuera inaceptable y la suya, por el contrario, tolerable. No seré yo quien diga que no existe ese estereotipo, pero el perfil que se nos presenta del varón (guionista, director de cine, una hombre moderno, un componente del mundo de la cultura) no parece compadecerse con un ser emocionalmente tan primario como se nos pinta el personaje.

Y lo curioso es que pareciera que Garrel quisiera hacer una película "a lo Rohmer", con sus parejas, sus idas y venidas, sus diálogos chispeantes... sólo que lo que en el gran Eric era levedad, frescura, “charme”, aquí resulta una historia algo cargante y con diálogos no especialmente afortunados. Por otro lado, la omnipresente voz en off parece remitir a Truffaut, en otro homenaje o tributo, pero tampoco hay comparación, como es obvio.

La protagonista, Clotilde Courau, resulta convincente en su papel, probablemente lo más interesante del filme, rodado en un blanco y negro que suena a impostado, a recurso vacuo y sin justificación razonable ni razonada; por el contrario, el coprotagonista, Stanislas Merhar, es un auténtico palo, en un papel que hubiera requerido bastante más carne, bastante más fuego que el que este actor de obvias raíces centroeuropeas parece capaz de dar.