Jack (1996)

Calificamos con dos estrellas por que no se puede hacer con una y media, que es lo que le convendría a este trabajo alimenticio de Francis Ford Coppola, enzarzado, como siempre, en una lucha titánica por mantener a su familia y al tiempo ser creativo y hacer lo que le da la gana: para transigir entre una cosa y otra tiene que hacer Jack, o Peggy Sue se casó, o Jardines de piedra.

Con todo, no es ésta una obra despreciable, como intuirá el lector; la historia del niño que crece a una velocidad cuatro veces superior a lo normal, con lo que a los diez años aparenta cuarenta, discurre en buena parte de su metraje por el previsible terreno del choque entre niños con aspecto de tales y este gigantón, igualmente infantil pero que parece el padre de todos.

En el último tercio, sin embargo, le es dado a Coppola enderezar algo el rumbo y hacer una interesante reflexión sobre lo efímero de la vida, en una hermosa metáfora sobre la estrella fugaz de la existencia, apenas un brillo intenso durante un tiempo escaso, un canto al "carpe diem", al vivir el momento.