La jungla humana

Clint Eastwood, tras una primera etapa en los años cincuenta en la que se hizo de cierto nombre en su país por su intervención en varias series televisivas, alcanzaría la popularidad en Europa a mediados de los sesenta con una serie de películas que inauguraron el subgénero del espagueti-western, iniciadas con Por un puñado de dólares (1964), de Sergio Leone. No obstante, acabada esa fase, hacia 1967, a su regreso a Estados Unidos no era conocido y, de alguna forma, tuvo que empezar de nuevo. Pronto conseguiría brillar, claro está, porque el Eastwood actor es todo carisma, aunque no sea precisamente un intérprete dúctil.

Tras una primera película en su tierra al volver de Europa, Cometieron dos errores (1967), con códigos similares a los de sus populares espagueti-westerns europeos, Eastwood hizo su segundo film, que sería este La jungla humana (poco que ver con el título original, Coogan’s bluff, algo así como “El engaño de Coogan”), en clave de thriller moderno y a las órdenes de un director que sería determinante en su carrera como actor, Don Siegel. Se puede decir sin faltar a la verdad que esta La jungla humana sería el paso intermedio entre sus films europeos del Oeste y su primer gran éxito actoral en Estados Unidos, Harry el Sucio (1971). En efecto, el protagonista de La jungla... parece un híbrido entre el pistolero resabiado de sus espagueti-westerns y el policía más bien fachoso y duro de Harry.... El Coogan de esta película aúna ambas características: con pinta de vaquero (aunque no sea de Texas, sino de Arizona, como se encarga de recalcar varias veces, sin mucho éxito, el protagonista), es ayudante del sheriff y poco dado a los paños calientes en el desempeño de su oficio, a la manera del poli Harry Calahan de la serie cinematográfica.

También hay, por qué no decirlo, algo del tópico de “la ciudad no es para mí”, con el agente de la ley acostumbrado a la franqueza del campo, a los espacios abiertos de la Naturaleza, al trato directo y sin concesiones, teniendo que actuar en esa jungla humana (se supone que es a lo que se refiere el título español...) que es Nueva York, donde todo tiene muchos más dobleces, la gente está más que quemada y hay depravaciones sin cuento.

No es de las mejores películas de Siegel, un buen director que cuando contaba con buenas historias hacía grandes films: recuérdense, por ejemplo, La invasión de los ladrones de cuerpos (1956), Código del hampa (1964), El seductor (1971) o Fuga de Alcatraz (1979), por cierto estas dos últimas con Eastwood al frente del reparto. Aquí Siegel no pudo hacer gran cosa con un guion más bien repleto de clichés, si bien es cierto que a veces brillan los cáusticos diálogos. Tampoco el desprecio generalizado a la mujer por su sexo es precisamente de lo más moderno ni justo, aunque en su descargo hay que entender el tiempo en el que se hizo la película y el contexto que en este sentido existía al respecto.

Aparte de Eastwood, como siempre bien en su personaje, que él matiza con pequeños gestos, habrá que citar al gran Lee J. Cobb, uno de los actores de reparto de más renombre del cine norteamericano de la segunda mitad del siglo XX, inolvidable en films como La ley del silencio (1954), del gran Elia Kazan, en 12 hombres sin piedad (1957), de Sidney Lumet, o en la serie televisiva El virginiano.