La máscara de hierro

Durante el reinado de Luis XIV se prepara una conspiración para derrocar al rey sustituyéndolo por su hermano gemelo, supuestamente muerto al nacer. Enterado el monarca de la existencia del pretendiente, ordena encerrarlo en una lejana isla, lejos de toda civilización, y que su rostro sea tapado con una máscara de hierro para que nadie pueda relacionarlo nunca con él...

Esta nueva versión de la famosa novela de Alejandro Dumas (producida para televisión pero que en muchos países, como España, se exhibió en los circuitos de salas de cine, con apreciable éxito comercial) fue llevada a cabo por un equipo bastante parecido al que hiciera lo propio en los años setenta con Los tres mosqueteros y El conde de Montecristo, ambas también, por supuesto, conocidísimas novelas del escritor romántico francés.

Se respetó con bastante rigor la línea argumental marcada por el texto dumasiano, haciendo quizá más hincapié en las intrigas palaciegas, que enfrentarán en el complot a los validos del rey, Fouquet, por un lado, y a Colbert, auxiliado por el mismísimo D’Artagnan, por otro. A este juego entre bastidores estarán ajenos los protagonistas, el propio monarca, y sobre todo el principal implicado, su hermano gemelo, Philip, condenado de por vida a desconocer su propia identidad.

Mike Newell, cineasta británico sin vitola de artista o de autor, pero sí de buen profesional, ha planteado el film como un rico mosaico de aventuras: ha escogido para ello espléndidos paisajes marinos en los que se desarrollan las vibrantes peleas a espada, así como los jardines de barroca belleza de Versalles, en los que asistimos a la fastuosa corte del Rey Sol, con una iconografía de lo más rococó. Newell se apoyó con tino en la buena materia prima con la que contaba, la intrigante novela de Dumas, y se puede decir que hizo un trabajo correcto en esta adaptación de una de las populares historias del famoso escritor.

Magnifica la ambientación, cuidada hasta en los más mínimos detalles, notable la fotografía de Freddie Young, que se recrea en los tonos brumosos de la isla Margarita y de la costa, pero también en los salones versallescos, y sobre todo excelente la música de Allyn Fergusson, alternando las partituras de la época con las de acción y suspense.

En lo referente a los intérpretes, todos imprimen un tono correcto y satisfactorio a sus papeles, comenzando por Richard Chamberlain, en el siempre difícil cometido de encarnar a dos personajes distintos y que se note la diferencia sin recurrir a la sobreactuación en alguno de ellos, pero también los siempre seguros y fiables Patrick McGoohan, Sir Ralph Richardson, Louis Jourdan y Jenny Agutter, que completan un buen reparto.

(18-02-2022)