La sombra de un campeón

Martin Ritt fue uno de los cineastas represaliados por el nefasto Comité de Actividades Antiamericanos, comandado por el senador McCarthy; no fue Ritt de los que peor parados salieron, pues pudo volver a trabajar en la realización de productos audiovisuales pocos años después de ser enviado al ostracismo por su supuesta vinculación al Partido Comunista Americano.

Fue Ritt un cineasta socialmente comprometido, como demostraría a lo largo de su carrera en films como Donde la ciudad termina (1956), El ruido y la furia (1959), sobre la novela de Faulkner, La gran esperanza blanca (1970), La tapadera / El testaferro (1976), en la que precisamente narró una historia inspirada en la persecución de los cineastas que dio lugar a los “Blacklisted”, los nombres de una lista negra en la que figuraron, entre otros, los conocidos como Los Diez de Hollywood, que se negaron a declarar ante el mentado Comité; y Norma Rae (1979).

Pero también, como cualquier hijo de vecino, Martin Ritt hizo trabajos alimenticios que le permitieron vivir y hacer otros filmes más interesantes, como los citados. Entre esos trabajos de supervivencia hay que inscribir necesariamente este La sombra de un campeón, una dramedia amable y sentimental que combina familia con animales. Cuenta la historia de un entrenador de caballos al que su hijo mayor le trae un día una yegua astrosa y preñada, aduciendo su supuesto pedigrí. El potrillo que le nacerá será, sin embargo, toda una sorpresa...

Cinta bienintencionada aunque evidentemente alicorta, juega con ciertas dosis de ironía que, sin embargo, no hacen que tenga verdadera entidad. Su mayor interés, como cabía esperar, es la presencia al frente del reparto del siempre estupendo Walter Matthau, un actor con una presencia y un carisma realmente únicos.