Océanos

Tras haberse puesto de moda la exhibición de documentales en la gran pantalla a raíz del éxito de los realizados por Michael Moore, nos llegaron algunos dedicados a enseñarnos las profundidades submarinas. Este que comentamos está producido por Jacques Perrin, un actor que en su día abandonó la ubicación delante de las cámaras por la producción.

Comenzó con algunas comprometidas películas de corte político, como fueron los casos de Z (1968), Estado de sitio (1973) y Sección especial (1975), entre otras, y posteriormente ha pasado a otro tipo de compromiso, los documentales que defienden la naturaleza y el medio ambiente como Microcosmos (1996), Himalaya (1999) y Nómadas del viento (2001); este último fue nominado al Oscar; y ahora, este Océanos” (2009).

Para su realización se han empleado cuatro años en recorrer los océanos de los cinco continentes y otros cuatro más en su postproducción, habiéndose filmado con las cámaras y la técnica más modernas para este menester. Se han invertido en ello 50 millones de euros y según dicen es el más caro de la historia.

El film, sin apenas narración, es más relajante que los documentales submarinos que se ofrecen en La 2 de TVE, pero menos didáctico que éstos, ya que los comentarios nunca explican qué especie submarina estamos viendo, ni dan razón de las mismas, únicamente se dedica a su contemplación, pasando de una a otra sin un guión ni una idea predeterminada que dé unidad a las imágenes.

Con la extraordinaria belleza submarina como telón de fondo, podemos ver ballenas gigantes, saltarines delfines, tiburones, enormes calamares, grandes ejércitos de cangrejos, peces payasos, focas, pingüinos, leones marinos, tortugas o aves acuáticas que se meriendan a las pequeñas recién nacidas antes de que puedan alcanzar la orilla del mar, etc., por no hacer interminable la lista.

La cinta es un homenaje a la Naturaleza y no falta la advertencia final de que hay que respetarla, que no se pueden degradar los océanos vertiendo toda clase de porquerías al mar.

Acompañando a las imágenes y acorde con los movimientos dentro del encuadre, disfrutamos de la inspirada música de Bruno Coulais, el autor de la banda sonora de Los chicos del coro, que contribuye a la aludida relajación y al gozo de la vista y del oído.