Enrique Colmena
Terminado que fue el año 2006, procede, como hacemos siempre, echar la vista atrás y ver qué ha dado de sí, cinematográficamente hablando, estos últimos 365 días. Este año, para variar, hablaremos en un único artículo del cine español y el extranjero; la verdad es que para lo que ha dado de sí nuestro cine, basta con un artículo, y hasta sobra…
Ya sabemos, por los datos que ha dado recientemente el Ministerio de Cultura, que 2006 se ha cerrado con la pérdida de seis millones de espectadores para el cine español, lo que viene a ser, en euros contantes y sonantes, en torno a 25/30 millones de euros menos. No está nuestro cine para estos despilfarros, pero seguramente era inevitable; veamos: aquí hay tres directores que hacen taquillazos multimillonarios: Amenábar, Santiago Segura y Almodóvar. Este año se ha añadido (aunque por una cifra bastante inferior a la que podría haber aspirado) Agustín Díaz Yanes, con su “Alatriste”. Pero resulta que ni Amenábar ni Segura tenían película este año, y Almodóvar es, del citado triunvirato, el que menos recauda. Así las cosas, no perder seis millones de espectadores era tarea imposible. Además, nuestro cine sigue sin conectar con el público, por mucho que queramos ponernos vendas en los ojos y engañarnos. Alguna vez habrá que analizar, en profundidad, cuál es la razón o razones de que los cineastas españoles y sus conciudadanos tengan una tal falta de sintonía, lo que desde luego no pasa, por ejemplo, en nuestra vecina Francia.
Pero dejando al margen la cuestión de la “pasta” (la que se fabrica con papel moneda, no con sémola…), tampoco el año ha sido excepcional artísticamente hablando en el cine español. Hemos visto, es cierto, dos filmes de gran calidad, “Ficción”, de Cesc Gay, que ha pasado un tanto desapercibida (y es que su sutiliza era realmente extraordinaria), y “Salvador Puig Antich”, de Manuel Huerga. Curiosamente, ambos filmes son de origen catalán, lo que a lo mejor nos da una pista de qué pasa en el cine español para que sean nuestros compatriotas del Principat los que más descuellen. Después hemos tenido un ramillete (no demasiado numeroso, es verdad) de películas de interés: “Volver”, de Almodóvar, aunque no es la gran obra que algunos están queriendo ver y vender; “Los Borgia”, de Antonio Hernández, estimulante aproximación a la familia valenciana que dominó el Vaticano a horcajadas entre los siglos XV y XVI; “El laberinto del fauno”, del mexicano Guillermo del Toro, pero con tema y equipo españolísimos, que mezcla con desparpajo asuntos tan dispares como el fantástico y la política; y “La buena voz”, una pequeña película del andaluz Antonio Cuadri, sobre un viejo huraño y su reconciliación con la vida, hermosa y sencilla. Así las cosas, con casi 150 largometrajes que se han producido durante 2006, ¿esto es todo lo que de interés ha dado nuestro cine? Pues sí, además de frustraciones varias, como la de “Alatriste” (ver Artículo de Fondo titulado “A propósito de los despropósitos del Capitán Alatriste”, para ver hasta qué punto puedo echar a Rappel a los albañiles…); hemos asistido también a costalazos de varia laya, como el de “Tirante el Blanco”, de Vicente Aranda, que fue un fiasco tanto en taquilla (costó algo así como dieciocho millones de euros y no ha recaudado ni dos) como entre la crítica; o “Cándida”, que se lanzó como una especie de versión femenina de Chiquito de la Calzada y no ha tenido, ni de lejos, una acogida comercial ni crítica medianamente decente.
En cuanto al cine extranjero, el número de películas de interés ha sido bastante superior, como era de esperar. El cine yanqui se lleva la palma, como también era previsible: hemos tenido títulos magníficos de aquella procedencia, como “Crash”, “Brokeback Mountain”, “Buenas noches, y buena suerte”, “Truman Capote”, “Hijos de los hombres” y “El asesinato de Richard Nixon”. Otros han tenido también interés, sin llegar a esa altura: han sido los casos de “Memorias de una geisha”, “Todo está iluminado”, “Plan oculto” (un Spike Lee comercial sin dejar de ser artístico), “United 93”, “Grizzly Man”, “Nueve vidas”, “Infiltrados” (un Scorsese más entonado que sus últimos, y decepcionantes, filmes), “Scoop” (un Woody Allen también bastante más a tono que en los últimos años), “Declaradme culpable”, “Babel” e incluso comerciales a tope, pero también buen cine, como “Piratas del Caribe. El cofre del hombre muerto”.
Por supuesto que ha habido cine de interés de otras nacionalidades que no sean la española o la norteamericana; a vuela pluma ahí van algunos títulos: “Manderlay”, “Camino a Guantánamo”, “Cruzando el puente: los sonidos de Estambul” “Workingman’s death”, “La isla de hierro”, “Honey Baby” y “El perfume. Historia de un asesino”.
Así que, resumiendo: otro año más bien negro para el cine español, y aceptable en el resto de las cinematografías que nos han llegado.