A la hora señalada

El cine americano de los últimos tiempos parece disfrutar colocando a sus personajes entre la espada y la pared: en Decisión crítica hay que optar por volar un avión o provocar una masacre mayor, y en esta A la hora señalada a un contable le ponen en el brete de matar a una gobernadora o perder a su hija de corta edad.

Rodada teóricamente en tiempo real, lo cierto es que ello a veces supone más una rémora (los tiempos muertos se hacen demasiado frecuentes) que una ayuda al suspense, aunque hay que reconocer que éste se consigue algunas veces con cierta fortuna. Pero la propia idea de partida es un puro disparate: con una conspiración en marcha en la que el asesinato de Kennedy se queda en puro chiste, a los confabulados no se les ocurre otra cosa que meter en el contubernio a un desprevenido padre de familia, con lo que el disparo les saldrá, literalmente, por la culata.

Queda la apuesta por la gente sencilla (el padre, un simple contable, el personal de servicio que le ayuda) antes que por los poderosos, pero tal vez no sea suficiente.