Abuelo made in Spain

Probablemente no haya un tipo de cine más ideológicamente franquista, sin parecerlo, como el que durante las décadas de los sesenta y setenta se hizo en torno a los personajes protagonizados por el aragonés Paco Martínez Soria, un actor que reprodujo en cine durante esas dos décadas el mismo tipo de papel que hacía en sus comedias teatrales, el de abuelo cachazudo y buenazo, duro de mollera pero absolutamente clarividente para los problemas de los demás.

Teóricamente se escondía tras esta pantalla un elogio del hombre mayor y cazurro; en la realidad no era sino un panfleto a favor de ese concepto etéreo llamado "moral y buenas costumbres", un discurso reaccionario y retrógrado que obviamente hacía las delicias del régimen franquista.

En esta ocasión el abuelo Martínez Soria viaja a la capital, donde tendrá que arreglar los muchos problemas en los que están metidas tres de sus descendientes, de cascos algo ligeros, pero en el fondo, claro está, buenas chicas.

Lo único que puede salvar su visión es la presencia de un reparto entonado, aunque en papeles imposibles. Además de la siempre notable Mónica Randall aparecen Florinda Chico y la gran Rafaela Aparicio, además de otros secundarios imprescindibles de la época como Valeriano Andrés.