Esta película se proyecta en la sección Instrucciones para un Mundo en Llamas, dentro del Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF’20).
La Segunda Guerra Mundial sigue dando materia argumental para el cine, más de siete décadas después de su finalización. No siempre esa materia incluye peripecias bélicas, sino que, quizá cada vez con más frecuencia, las historias se desarrollan colateralmente, o en zonas donde no hay una guerra abierta. Anna’s war es un ejemplo de ello.
Según indica un rótulo inicial, la acción se desarrolla en noviembre de 1941, en una zona de la antigua URSS ocupada por los nazis. De entre un montón de cadáveres semienterrados consigue salir a duras penas una niña como de 8 años; su madre yacía muerta encima de ella, con toda probabilidad para protegerla de los disparos recibidos. La niña es acogida en principio por un matrimonio campesino que tiene una nieta de su misma edad, pero los ancianos, temerosos de los nazis, la entregan a una autoridad del pueblo. La niña consigue escaparse y se esconde en la chimenea sin usar de una de las clases de la escuela. Allí permanecerá intentando pasar desapercibida y sobrevivir como puede...
La película se basa en un cuento, Ghost, de Dmitri Khotckevich, inspirado a su vez en hechos reales conocidos por el escritor de primera mano. Se narra la historia de una niña judía, superviviente en una de las atroces matanzas nazis contra las personas pertenecientes a esa etnia, que consiguió sobrevivir en un escondite dentro de una escuela. Estamos entonces ante una película que, de alguna forma, lo que presenta es una historia de supervivencia, de cómo sobrevivir en condiciones absolutamente adversas, cómo alimentarse y tomar líquido, cómo abrigarse cuando hace frío, cómo alumbrarse... sí, como el protagonista de la popular Robinson Crusoe, la célebre novela de Daniel Defoe, que nos ha permitido hacer el chiste del titulillo.
Claro que el problema de Anna’s war es que su situación única termina por cansar, a pesar de su escaso metraje, apenas 75 minutos. Porque una vez establecido que la niña habrá de salir adelante dentro de la escuela con sus propios medios, todo el tiempo se va en ver cómo se agencia los alimentos, cómo se bebe hasta el agua para enjuagar los pinceles, cómo se come los mendrugos de pan de las ratoneras, etcétera. Pero, claro está, esa mera exposición de hechos no aporta mucho más allá de esa fábula robinsoniana, no trasciende el mero hecho supervivencial para decirnos algo más, al margen de la maldad intrínseca de la guerra, de cualquier guerra, y tangencialmente de una ideología, la nazi, que se basaba en la supremacía de su raza (gracias, Jesse Owens, por demostrarles lo contrario...) y en el odio hacia el diferente como su emblema. Pero no es suficiente. La película está rodada con buena factura, la trama se sigue con cierto interés aunque llega el momento, una vez que ya sabemos que la niña las está pasando canutas, pero que se las va arreglando como puede, en el que lo que se nos cuenta empieza a parecer reiterativo, no hay elementos nuevos que hagan avanzar la historia. Algunos toques que recuerdan otros films sobre robinsones, reales o metafóricos, como Náufrago (2003), de Zemeckis, con su cabeza de maniquí usado como compañía, a la manera del balón de fútbol que el Tom Hanks robinsoniano utilizaba de igual guisa, no ayudan precisamente a hacer del film una historia original, aunque es cierto que en este tipo de tramas los parecidos son casi inevitables, porque todos, puestos en la tesitura de la supervivencia extrema, a buen seguro tenderíamos a crear la ficción de un acompañante imaginario que nos consolara de la soledad.
Aleksei Fedorchenko (Ekaterimburgo, Rusia, 1966) es un cineasta que cuenta ya con una filmografía bastante numerosa, aunque prácticamente nada de lo realizado por él se ha visto fuera de las fronteras de su país. Es un cineasta de formas elegantes, como demuestra este Anna’s war, si bien, a la manera en la que suele suceder con los colegas de su tierra, su cine nos parece frío y con escasa capacidad para emocionar, siendo el caso que este film podría haber incidido claramente en ello, dada la situación, una niña pequeña abocada a un destino incierto en un cuchitril donde tendrá que ingeniárselas para sobrevivir. Fedorchenko muestra cierta voluntad de estilo, como en la escena que abre la película, un largo plano-secuencia con panorámica en primerísimo plano (lo que los guionistas describen como PPP) sobre cadáveres semienterrados en el suelo, del que, con gran esfuerzo, conseguirá salir la pequeña protagonista. Tiene el film una buena factura, con fotografía de colores claros, blancos, crudos y ocres, sin buscar el preciosismo sino más bien el realismo.
Película de alguna forma contemplativa (como casi todo el cine ruso... no nos imaginamos un musical tipo Broadway hecho por los “ruskies”...), con inevitable tendencia al mutismo (no hay mucha ocasión para los diálogos, claro...), Anna’s war busca la poesía visual a base de planos callados, música suave, fotografía límpida. Se puede decir que lo consigue, aunque también es cierto que, como queda apuntado, la situación única y la reiteración de hechos (la búsqueda incesante de alimentación y abrigo) juega en su contra. Con un regusto por las escenas extremas (la niña meándose, literalmente, encima, o comiéndose el lomo engomado de los libros, o mirando desde bien cerca una rata muerta mientras la sostiene por la cola), como quizá es inevitable en el cine moderno, que tiene que ser muy explícito en todo, estamos entonces ante una visión distinta de la guerra, en este caso localizada en una zona ocupada pero sin batallas, donde conoceremos el calvario (con base real) de una superviviente de corta edad que malvive en su escondrijo. Con un final desesperanzado pero de alguna forma abierto, Anna’s war termina siendo, en nuestra opinión, una película estimable sobre el fuerte instinto de supervivencia de la raza humana, incluso en edades en las que lo habitual es que seamos cuidados por adultos, aunque podría haber sido mejor de lo que es si el director hubiera optado por no centrarse obsesivamente en ese único tema.
La protagonista, la jovencísima Marta Kozlova, en su debut ante las cámaras, aporta con su rostro hierático la necesaria contención para un personaje que para sobrevivir debe ser extraordinariamente prudente y callado, una contención que solo romperá en muy contadas ocasiones.
(13-11-2020)
75'