Buenos principios

No hay una semana en la que no llegue a la cartelera el estreno de una producción francesa, cuando no son dos o más. La que nos toca esta vez cuenta la historia de una familia compuesta por los padres, Henri y Cécile, y los hijos, ya mayores, Raphaël, Noé, Pauline y Gaspard.

Una noche de copiosa lluvia llega a su jardín un enorme perro al que tratan de echar fuera, pero se cuela en la casa y no hay manera de expulsarlo y termina quedándose con la familia, al que el padre le pone de nombre Estúpido. A pesar de que en principio cuenta con el rechazo de todos, el animal acabará convirtiéndose en el mejor amigo de Henri. La llegada del violento y apestoso chucho modificará la existencia de los componentes de la casa y cambiará el ritmo de vida de cada uno de ellos.

Henri es un escritor de mediana edad que hace veinticinco años escribió un best seller que tuvo un notable éxito editorial, rompiendo todos los récords de venta y llevándose un buen número de premios literarios, un éxito que no se volvió a repetir, algo de lo que culpa a sus hijos y de no poder vivir en Roma, su ciudad favorita. Ahora está en unos momentos de crisis creativa, al que su editora le pide que termine su próxima novela, sobre la que ya le adelantó una cantidad de dinero.

Lleva 25 años casado con Cécile, aguantando a su lado, y su secreto es tomarse una copa de vino blanco y un antidepresivo para mantener su matrimonio que empieza a flaquear. Él a sus cuatro hijos les paga sus caprichos y trata de resolverles sus problemas, lo que hace que le arruinen sus propósitos de acceder a la felicidad y sólo logrará volver a escribir cuando cada uno de ellos se vaya marchando del hogar, incluida su esposa. Porque hay ocasiones en que las personas se pasan media vida con alguien y al final un día todo se rompe y a veces no tiene arreglo, en cambio otras sí.

El director Yvan Attal a lo largo de su filmografía suele tratar el tema de las parejas, y en este caso también, pero aquí incluye además a los hijos, que suponen una carga, el desgaste del matrimonio y la pérdida del deseo. Con frecuencia Yvan Attal dota a sus argumentos con temas personales que extrae de sus experiencias en las relaciones conyugales con la misma mujer, Charlotte, con la que lleva 28 años casado.

El guion a veces refleja los pensamientos de Henri, sus conclusiones y buena parte de la trama transcurre en el interior de la casa, lo que la hace algo teatral, sin mucha acción, lo que no resta interés al tema, aunque sí que se haga un poco lenta para el espectador, acostumbrado a argumentos más livianos y menos profundos.

Aquí reúne a su esposa, la actriz Charlotte Gainsbourg, y a su hijo, Ben Attal, para adaptar la corrosiva novela dramática del escritor norteamericano John Fante Al oeste de Roma, (en España se tituló Lejos de Roma), publicada en 1985, con la que vuelve a las carteleras. Anteriormente ya le conocíamos Mi mujer es un actriz (2002), que fue su debut en la dirección, también con su esposa en la vida real, Charlotte Gainsbourg, que está espléndida en este film, cuyo personaje ha crecido con respecto al de la novela.