Daens

Es bueno, es bueno y positivo que en la Europa conservadora y todavía próspera de finales del milenio, donde ya no hay más religión que el dinero y el consumismo, vean la luz aún películas combativas, valientes y sinceras como esta Daens. Películas que paladares exquisitos y espíritus refinados se apresurarán, posiblemente, a tachar de simplistas o superadas, pero ejemplos de un cine que debe seguir teniendo un hueco en las pantallas, junto al divertimento, la evasión o el espectáculo.

Daens es una cinta belga que, dirigida con eficacia y buen pulso por Stijn Coninx, se centra en la figura real del abate Daens, un sacerdote católico que desde la última década del XIX desarrolló una importante labor humanitaria a favor del mísero proletariado de las fábricas, simultaneando su obra en la calle y en el parlamento. El impacto de la publicación en 1891 de la encíclica Rerum Novarum del papa León XIII, las hipocresías del Partido Católico, las condiciones de vida de los barrios obreros, o la valentía personal de este cura, quedan bien plasmados por Stijn Coninx, que no descuida en absoluto los aspectos formales, con una bellísima fotografía, una ajustada ambientación y unos actores –aquí desconocidos— seguros y convincentes.

Escenas como la visita de la comisión parlamentaria a la fábrica, la historia de amor entre los dos jóvenes obreros, o las secuencias del chiquillo desharrapado intentando conseguir el milagro de la multiplicación evangélica de los panes y los peces, revelan en Coninx una clara sensibilidad y un director al que hay que seguir en futuros trabajos.

Cinta a recomendar, lógicamente Daens corre el evidente peligro de quedar marginada por los públicos polarizados por el cine de las grandes casas hollywoodenses o por los productores españoles, pero que debe hacer su hueco para este cine europeo de calidad, y en este caso sincero y valiente, que afortunadamente también nos llega de vez en cuando.