La obra del genio de las letras españolas, Miguel de Cervantes, es perfecta en su género. Esto hace que multitud de autores de otras artes la hayan tomado como tema de inspiración para sus trabajos. La propia literatura ha dado lugar a una gran cantidad de ensayos, estudios y escritos de todo tipo. En pintura ha sido un tema de siempre desde los autores más clásicos hasta los más modernos y de corrientes más avanzadas. Tampoco a la música podía escapar el singular personaje prototipo de un pueblo y una época. En teatro ha pasado desde ser el tipo más serio e importante que haya pisado un escenario a convertirse en protagonista de opereta, de comedia musical o de ballet moderno.
Lógicamente, tampoco podía faltar la enjuta figura del hidalgo español en el Séptimo Arte. La larga lista de las películas que sobre él se ha hecho forma ya historia. Desde el Don Quijote de Georg Wilhelm Pabst (1933), hasta el del español Rafael Gil (1947), pasando por el ruso de Grigori Kozintsev (1957).
No siempre han sido los tratamientos idóneos, ni los resultados los apetecidos, para seguir pregonando la gloria del insigne español. Pero ciertamente que en el caso de este Quijote ruso podemos sentirnos los hispanos orgullosos, porque, tal vez, ni nosotros mismo hayamos conseguido superarlo.
No por eso podemos decir que sea ésta una obra perfecta a la que no se le pueda poner tacha, pero sí es verdaderamente ejemplar. Es admirable la estructura del guion que se ha adaptado todo lo más fielmente posible al libro original, dándonos los pasajes y hechos más importantes de la inmortal novela de caballería. Por otra parte, ocurre lo mismo con la ambientación, elección de paisajes, decorados, escenarios y costumbres de la época. Hasta el mismo actor al que se le ha encomendado el papel, Nicolai Cherkasov, que es uno de los mejores y más famosos de la cinematografía rusa, da perfectamente su figura.
Por el tono viejo dado a la fotografía, tenemos la impresión de que el propio Grigori Kozintsev hubiera vivido en aquellos tiempos de la fantástica historia cervantina y, con una cámara, nos hubiera trasladado la visión de un español más de aquellos tiempos de los hechos ocurridos, en aquel mundo de alucinación y fantasía.
Este film acudió a los Festivales de Cannes y Taormina, certamen este último en el que fue premiado su director.
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