Hay que comenzar esta crítica puntualizando que el título español que se le ha dado a esta película no se corresponde con el original, que podría ser traducido de alguna forma por Culpable como el pecado, y así no se confundiría con la célebre novela homónima de Morris West, que nada tiene que ver con la trama de esta cinta.
Aquí se trata de un “playboy” que elige a una sagaz abogada para que le defienda de la presunta culpabilidad de haber matado a su esposa. Ella es hábil y lista, capaz de hacer pasar por inocente al más culpable de sus clientes. En este caso además se deja arrastrar por el atractivo físico del inculpado, con el que mantiene un romance, aunque poco a poco se va dando cuenta de lo que está haciendo y de quién es realmente su defendido.
Sydney Lumet, que es especialista en temas judiciales por lo ampliamente que ha tocado estos asuntos a lo largo de su extensa filmografía, lleva con habilidad la trama del film, apoyándose en el bien construido suspense que genera el guión escrito por una persona que ha realizado las funciones de director en otras ocasiones, Larry Cohen, aunque aquí ejerce sólo de guionista.
La película tiene los ingredientes necesarios para ser atractiva, desde el tema judicial hasta el suspense y el romance amoroso de los dos principales protagonistas, para los que se ha elegido el atractivo físico tanto de Rebecca de Mornay como de Don Johnson, quedándonos personalmente más con el trabajo de ella que con el acartonamiento de él, pero superándolos a ambos la veteranía de Jack Warden, un actor habitual en muchas de las películas del insigne director Sydney Lumet.
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