El madrileño Emilio Martínez-Lázaro vuelve a la comedia romántica tras el paréntesis de cine negro, no especialmente logrado, que supuso La voz de su amo, su anterior filme. Ahora afronta una sutil variante de su género preferido, al añadir a la comedia amorosa ciertos aditamentos del enredo y el musical. El conjunto es agradable y se deja ver, con una historia de dos parejas de amigos que, sin saberlo, se están engañando mutuamente; estos cuernos amistosos dan lugar a momentos divertidos y curiosos, en principio bien enhebrados por un guión que se advierte trabajado, si bien hacia el final parece que Martínez-Lázaro y su libretista no supieran cómo terminar estas relaciones a cuatro bandas. Finalmente optan por no terminarla de forma alguna, lo que, seguramente sin proponérselo, resulta ser una virtud antes que un defecto: el público podrá decidir quién se queda con quién, qué parejas son las que finalmente se mantienen, o incluso si sigue este intercambio de parejas, ahora ya descaradamente.
El musical está bien engarzado en la trama, si bien es cierto que a la americana manera, de tal forma que no aporta nada a la progresión dramática, sino que es más bien un adorno, hasta tal punto que, si no existieran los números cantables y bailables, la trama no se resentiría en absoluto. También es verdad que las canciones y los modestos números coreografiados no rechinan sino que aportan una nota de color amable y poco habitual en el casi siempre demasiado serio cine español. Bien el joven reparto, destacando las féminas Paz Vega y Natalia Verbeke, sin desmerecer el resto.
95'