CINE EN SALAS
La génesis de esta película es cuando menos curiosa: el actor suizo (aunque afincado en Francia) Vincent Perez (de obvios ancestros españoles: su padre, concretamente, lo era), un hombre de ya larga andadura en la interpretación, en títulos tan conocidos como Cyrano de Bergerac, Indochina, La reina Margot y El oficial y el espía, viene desempeñándose también, esporádicamente, como director. Su carrera en esa área es más bien corta, con solo cuatro largos en más de veinte años, y no especialmente distinguidos. Esta El profesor de esgrima, teniendo su interés, tampoco parece que lo vaya a catapultar al Olimpo de los maestros del cine.
Pues la génesis del film, como decíamos, viene del interés que Perez tenía desde hace años por rodar una película de duelos de esgrima, un interés que procedía de las muchas veces en las que, en su carrera, en pelis como la mentada Cyrano de Bergerac o Fanfan la Tulipe, tuvo que dar clases para poder realizar con solvencia escenas de acción en las que se enfrentaba a adversarios con espada o florete. De esas muchas clases que tuvo que dar para hacer bien su trabajo le vino la idea de hacer un film centrado fundamentalmente en ese tema, lo que, tras bastantes años dándole vueltas, finalmente desembocó en este El profesor de esgrima (por cierto, nos parece mejor que el título original, que sería literalmente “Un asunto de honor”). Perez, junto con su mujer, la también actriz, directora y guionista Karine Silla, escribieron un libreto cinematográfico en el que, además de la esgrima, incluyeron de forma determinante el tema del feminismo, a través de la figura real de Marie-Rose Astié de Valsayre, una feminista “avant la lettre” que en pleno siglo XIX se reveló como una luchadora incansable por la igualdad de hombre y mujer, con algunos hitos que llamaron poderosamente la atención en su momento, como la petición a las autoridades para que las mujeres pudieran vestir también pantalones, lo que se le denegó (esa ley, por cierto, siguió vigente –aunque obviamente sin efecto- hasta ser derogada... en 2013), y también por tener un club de esgrima solo de mujeres, e incluso doctorarse en medicina, entre otras cuestiones avanzadísimas para la época.
La película se ambienta en 1887, un tiempo en el que el duelo de honor hizo furor en Francia, quizá como forma de desahogarse como nación tras la reciente derrota en la guerra con Prusia. Aunque los duelos estaban prohibidos por ley, era habitual que tuvieran lugar, siempre en la clandestinidad, con cierta tolerancia por parte de las autoridades. En ese contexto, conocemos al joven Adrien, tan joven como cabeza hueca, quien, por un asunto de amores, abofetea al coronel Berchère, un veterano militar conocido por su arrogancia y altanería, quien le reta en duelo. El tío de Adrien, el exmilitar Clement Lacaze, maestro de armas, se encargará de adiestrar a su sobrino para que pueda enfrentarse al avezado esgrimista, pero el coronel lo mata en el duelo, que en principio era a primera sangre... Paralelamente conocemos a Marie-Rose Astié en su cruzada feminista, cruzándose en el camino de Clement y de Ferdinand, el poderoso director de un periódico que mantiene anexo un gimnasio de esgrima. Sintiéndose vejada públicamente por Ferdinand, Marie-Rose le desafía en duelo; tras varios intentos de ningunearla, finalmente el director accede, y la mujer le pide a Clement que la prepare para tan desigual lucha...
El profesor de esgrima es una de esas películas agradables de ver, por más que también sea de ese tipo de cine que busca reinventar la realidad histórica; porque al auténtico personaje de Marie-Rose Astié lo ponen aquí a luchar a florete con un hombre, cosa que nunca sucedió, aunque sí lo hizo con una mujer, una norteamericana, por ver cuáles de las médicas (francesas o yanquis) eran superiores (como se ve, un tema trascendentalísimo...). La forma en la que presenta el film a Marie-Rose, ganando muy sobrada todas las batallas dialécticas con los hombres que se oponen a sus tan justas peticiones, tampoco parece que se compadezca demasiado con la realidad, en un mundo en el que lo que esta adelantada a su tiempo propugnaba estaba a años luz no solo del pensamiento de la época de los hombres, sino incluso (y aún más, me temo...) de la inmensa mayoría de las mujeres.
Tampoco convence demasiado el “affaire” (otro...) amoroso que Perez y Silla, como guionistas, se sacan de la manga entre la feminista y el maduro maestro de armas (siendo éste un personaje ficticio), un romance que nos parece un pegote, cuando los personajes (mejor dicho, los intérpretes que los encarnan) tienen menos química entre ellos que el agua y el aceite... Están bien filmados los duelos, como era de esperar, máxime cuando han sido el motor de la película, y la trama se sigue con agrado, como decimos, pero parece evidente que la peli no va a pasar a ninguna Historia del Cine. Así debió entenderlo el público francés, cuya recepción en taquilla (no llegó a los 200.000 espectadores; fuente: AlloCiné) fue más bien tibia, y justifica el hecho de que el film haya tardado más de un año en estrenarse en España.
Correcto trabajo del actor franco-marroquí Roschdy Zem, al que recordamos como el (más bien improbable) presidente islámico de la República Francesa en la serie Los salvajes; Doria Tiller, que encarna a la avezada feminista, parece más una mujer de nuestros días en vez de una de hace casi siglo y medio (por muy avanzada que fuera, que lo fue...), aunque, por supuesto, no es culpa suya, sino de un guion que parece buscar (con la mejor de las intenciones, sin duda...) retorcer la realidad histórica. Vincent Perez se reserva un papel secundario, el del antagonista, en puridad el villano, el que se apresta al duelo con un mocoso con toda la intención de matarlo, cuando lo que tenía es que haberle puesto el chupete, un personaje en cuya composición se adivina lo ha debido pasar pipa, acostumbrado a los roles generalmente positivos que ha desempeñado en la mayor parte de su carrera. Con un papel secundario aparece nuestro Pepe Lorente, haciendo de esgrimista español, muy lejos del personaje, el cantautor Mauricio Aznar de La estrella azul, por el que ha obtenido todo tipo de parabienes.
La frase de la película nos parece que es, sin duda, la que el árbitro del duelo entre el director de periódico y la feminista dice cuando va a comenzar el enfrentamiento entre ambos: comienza con el ritual “¿Caballeros?”, para, acto seguido, dándose cuenta de que uno de los dos contendientes no es tal, añadir “... perdón, la señora también”, quizá la forma más gráfica de presentar la (en aquel tiempo imposible) igualdad entre hombres y mujeres...
(27-01-2025)
101'