La personalidad de Roger Corman marcó prácticamente todo el cine americano independiente de los años sesenta y parte de los setenta. Este angelino (nativo de Los Ángeles, se entiende) fue el “alma mater”, a través de sus sucesivas productoras American Internacional Pictures y New World Pictures, de toda una pléyade de cineastas yanquis que se iniciaron en la realización cinematográfica gracias a él. Entre estos nuevos talentos habría que destacar a gente de la talla de Francis Ford Coppola y Martin Scorsese, que no son moco de pavo. Pero además de productor personalísimo, Corman ejerció la dirección durante dieciséis años, y en este tiempo, además de una gran cantidad de películas (su filmografía es muy prolífica), consiguió una inquietante serie de films de tono terrorífico que le aseguran un lugar en la Historia del Cine, si no lo tuviera ya como mecenas.
Siglo XIX: un oficial del ejército napoleónico francés es salvado de la muerte por una chica, que desaparece misteriosamente... Corman creó de nuevo en esta cinta su peculiar atmósfera de terror, de ansiedad, plenamente inspirada en los horrores góticos de la mejor tradición literaria. Al frente del reparto aparece un mito del género, Boris Karloff, el legendario actor que encarnó por primera vez en pantalla al legendario monstruo creado por Mary W. Shelley, en El doctor Frankenstein (1931), de James Whale, componiendo una configuración estética de la criatura que ya nadie osaría violar. Le acompaña un por entonces jovencito e inexperto Jack Nicholson.
(05-08-2008)
81'