Pelicula:

Un alto dirigente de la seguridad soviética, la temible KGB, que ha estado trabajando en secreto como agente doble para Occidente, incurre finalmente en defección cuando está a punto de ser descubierto por los suyos, pasándose al bando norteamericano. Su fuga al cuidado de un agente de la no menos temible CIA, a través de un tren por Centroeuropa, será aprovechada por la inteligencia yanqui para eliminar a gran parte del sistema secreto ruso en la Europa de los años setenta, en plena Guerra Fría entre las dos grandes superpotencias y sus respectivos bloques...

En esta película se da una curiosa coincidencia, macabra por lo demás: con ella se despidieron del cine tanto Mark Robson, su director, como Robert Shaw, uno de sus principales protagonistas, este último a la temprana edad de 51 años, cuando conocía una etapa de celebridad por su icónico personaje de la mítica Tiburón (1975), de Spielberg. Los dos, Robson y Shaw, murieron de la misma afección, un ataque al corazón, inmediatamente después de concluir el rodaje; tanto es así que el director no llegó a conocer el montaje definitivo de esta su película póstuma, que terminaron sus más próximos colaboradores, entre ellos el también director Monte Hellman.

El cineasta canadiense Mark Robson fue un hombre que basó buena parte de su prestigio en haber sido el montador de Ciudadano Kane, la obra maestra de Orson Welles, y en haber realizado durante la década de los años cuarenta y cincuenta algunos films de estimable calidad, como El ídolo de barro y Más dura será la caída, ambos de ambiente boxístico y evidente tono de cine negro, el primero protagonizado por Kirk Douglas y el segundo por Humphrey Bogart. A partir de entonces Robson se fue despersonalizando, haciendo un cine cada vez más vulgar y comercial. A ello debió contribuir sin duda el hecho de que él mismo producía las películas que dirigía, lo que le obligaba de alguna manera a amarrar a toda costa su resultado económico.

En esta cinta de la que hablamos, El tren de los espías, Robson no estuvo especialmente afortunado, y a pesar de contar con la buena materia prima aportada por el siempre interesante guionista Abraham Polonsky, nos parece que el film naufraga en todos los sentidos. Podríamos fijar su pertenencia en cuanto a géneros o subgéneros cinematográficos a las cintas que transcurren en un tren "con catástrofe". Dos buenos ejemplos de la época serían El puente de Cassandra (1976), de George Pan Cosmatos, y El expreso de Chicago (1976), de Arthur Hiller. Aquí también habrá una catástrofe un poco de andar por casa, a la que se refiere el título original, presentada en forma de avalancha de nieve provocada que casi sepulta a... la maqueta de tren que esforzadamente intentan hacer pasar por un convoy ferroviario con todos sus avíos.

En este El tren de los espías se dan cita buena parte de los lugares comunes que se han ido acumulando históricamente sobre estos films a vueltas con los servicios secretos. Por cierto, si los servicios de inteligencia soviético y norteamericano eran tan torpes como aparecen en la película, no nos extraña nada que el final de la Guerra Fría se demorara tanto...

Fotografía y música están a tono con el desvaído conjunto de la cinta, y en la interpretación se recurre al clásico amontonamiento de estrellas con papelito: Lee Marvin, Robert Shaw, Horst Buchholz, Linda Evans, Mike Connors (en aquella época muy popular por su serie televisiva Mannix) y Maximílian Schell deambulan por la cinta poniendo cara de espía bueno o malo, según le tocara en suerte en el reparto. Mal los efectos especiales, nada convincentes.

(25-06-2022)


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88'

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El tren de los espías - by , Jun 25, 2022
1 / 5 stars
Defección en plena Guerra Fría