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Emmanuel Carrère es un escritor francés de reconocido prestigio, ganador de numerosos premios literarios, entre ellos el Princesa de Asturias de las Letras correspondiente a 2021. Además de como novelista, ensayista e historiador, Carrère tiene una cierta carrera como guionista de cine y televisión, e incluso como director, tarea en la que ha realizado un documental, un largo de ficción, La moustache (2005), sobre su propia novela, y ahora este En un muelle de Normandía (2021), que sorprendentemente adapta un texto ajeno, el volumen Le Quai du Ouistreham, del que es autora la periodista francesa Florence Aubenas, publicado en 2010 por L’Olivier.
La acción se desarrolla en nuestra época, en la pequeña localidad de Ouistreham, en el distrito de Caen, en la Normandía francesa, al norte del país. Conocemos a Marianne, una mujer de algo más de cincuenta años; intenta hacerse con un empleo en las contratas de limpieza de la zona, hasta conseguirlo. Pronto nos enteramos de que se hace pasar por quien no es, siendo en realidad una periodista parisiense de gran prestigio que quiere escribir con conocimiento de causa sobre las mujeres que se ganan la vida en tareas de limpieza en hoteles de la zona y en buques que hacen el trayecto entre Francia y el Reino Unido. Marianne va estrechando lazos con algunas de sus compañeras; pronto se dará cuenta de que su engaño difícilmente podrá tener un final feliz...
Habrá que decir pronto que En un muelle de Normandía no es una película cinematográficamente exquisita: Carrère es escritor, fundamentalmente, y no se le pueden pedir peras al olmo. Ello no quita para que el film sea, ciertamente, una obra de interés. Y lo es por varios motivos: el primero y más evidente quizá sea el de la denuncia de las precarias condiciones de empleo de las personas (fundamentalmente mujeres, aunque también hay hombres) que realizan las tareas de limpieza, ya sea en Normandía o en Pekín; en especial se detiene en las que realizan esas tan ingratas como imprescindibles tareas en el ferry que cubre diariamente el trayecto entre Ouistreham y Portsmouth, en Inglaterra, con intensísimas jornadas en las que han de limpiar, preparar, apañar, dejar de dulce cientos de camarotes a un ritmo frenético y por un salario irrisorio, siempre bajo el metafórico látigo del (en este caso la) responsable del trabajo. Pero hay una segunda capa incluso más interesante, siendo la primera tan lacerante: en una segunda lectura, la película es realmente una obra sobre la mentira, y sobre cómo esa mentira puede acoger, o no, una parte de verdad. Así, la periodista y escritora sentirá crecer, a lo largo de los meses en los que se hace pasar por quien no es, un verdadero afecto por aquellas personas a las que sin embargo está engañando de mala manera haciéndoles creer que es quien no es. ¿Es compatible la amistad sincera cuando la relación nace de una mentira, de una falta absoluta de sinceridad? En ese contexto, la amistad por parte de la mentirosa, ¿puede tener, sin embargo, algo de auténtico?
Esas y otras preguntas son las que Carrère, sobre el libro de Aubernas, se hace en esta sin duda estimulante En un muelle de Normandía. Carrère, al que gusta en su obra la intersección entre ficción y no ficción, entre realidad y fantasía, entre verdad y mentira, utiliza aquí, entendemos que con muy buen criterio, a actores y, sobre todo actrices no profesionales, salvo la diva Juliette Binoche, que se adapta excelentemente, como imaginábamos, a sus compañeros amateurs, todo lo cual confiere una desusada sensación de naturalidad a la historia, como si se tratara del docudrama que no es.
Film finalmente un punto desalentado, con un final que hace una finta sobre el que pudiera imaginarse en una película al uso, y que viene a decir que, al final, la relación de amistad entre dispares (en este caso clases, pero podrían ser otras diferencias) es inviable. También ese final arrojará un punto de honestidad al escaso bagaje de semejante cosa en la periodista, quizá en un rapto de lucidez, en un arranque de ética que no sufrió cuando, seguramente con la mejor de las intenciones, se metió en la casa, en la cocina, en el corazón de las que creían ser sus amigas, que pensaban sin asomo de duda que ella era una de las suyas.
Gran trabajo, como queda dicho, de Binoche, pero no menos bueno de sus compañeras (y algún compañero) intérpretes, todos aficionados, desde una desarmante Hélène Lambert, todo un descubrimiento, una mujer de inusitada fuerza, ternura y dureza en un único cuerpo, hasta el maduro Didier Pupin, el único personaje masculino relevante, un pequeño prodigio de naturalidad y cercanía.
(02-02-2022)
106'