Esta película se pudo ver en la Sección Oficial a Concurso del Sevilla Festival de Cine Europeo 2005.
Este peculiar filme húngaro, Johanna, resulta ser nada menos que una ópera, con todos sus avíos. Eso sí, hecha a la cinematográfica manera y con una temática muy moderna, alejada de los habituales estereotipos operísticos: la protagonista, drogadicta y con un pasado que se adivina turbio y mísero, cae en un coma del que la salvará un médico que se enamora de la yonqui; resucitada y reciclada en enfermera en el hospital, pronto se percata de que el trance comatoso la ha hecho adquirir la rara facultad de curar, aunque no por la mera imposición de manos, como es lo clásico en estos casos, sino por el procedimiento bastante más heterodoxo de acostarse con los pacientes...
Parece claro que argumentalmente estamos ante un disparate, pero también es cierto que el director, el joven Kornél Mundruczó, que hace con éste su segundo largo, no está interesado en claves realistas sino artísticas, y ésta es una opción perfectamente válida. Así las cosas, Johanna queda como una curiosidad, una apreciable búsqueda de nuevas formas de expresión, con una escenografía que tan bien conviene al lóbrego mundo de los hospitales (sobre todo éste, que antes parece manicomio que clínica), con una profusa iluminación que resalta las pálidas paredes de las salas donde se desarrolla esta tragedia entre la abnegación y la abyección.
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