Pelicula:

Todavía es pronto, pero parece evidente que, a la larga, esta pandemia del COVID-19 que, cuando se escriben estas líneas, aún nos asuela, aunque parece que ya de retirada (toquemos madera...), también será un tema recurrente para películas y series (y novelas, y poemas, y obras teatrales, y etcétera). Ya estamos viendo algunas en las que las limitaciones para rodar, por los problemas derivados de los diversos confinamientos que, en mayor o menor medida, han sido necesarios durante estos dos años que llevamos de pandemia, han influido en la forma de crear nuevas películas, como es el caso de esta tan entrañable Language lessons, desarrollada y rodada enteramente durante los confinamientos del año 2020, con mínimos medios pero sacando petróleo de ellos.

La acción transcurre en nuestros días, en dos escenarios distintos. Uno es Oakland, localidad de California, en el lujoso hogar que comparten Will y Adam, matrimonio gay, y el otro es Costa Rica, donde vive Caridad, al que todos llaman Cariño, profesora de español. Toda la acción se visualiza a través de las pantallas recíprocas de la aplicación Zoom, que permite videollamadas, y que durante la pandemia se hizo muy popular (como, entre otras, Skype, FaceTime o Whatsapp en su opción de vídeo) por permitir no solo hablar con, sino también ver a los seres queridos, o interaccionar a los alumnos y profesores en las clases virtuales que fueron necesarias implementar por el confinamiento. Will, el marido de Adam, le ha regalado a éste un paquete de 100 clases de español, para que su esposo practique una lengua que aprendió de niño por su estancia en México y otros países hispanohablantes, pero que tiene bastante oxidada. Es un regalo sorpresa, así que Will, en principio, se resiste a esas clases que entorpecen sus rutinas diarias. Pero finalmente decide aceptarlas, integrándolas en esas rutinas, en esa primera clase en concreto una serie de baños sucesivos en las piscinas de agua fría y caliente de la casa. Pero a la semana siguiente, cuando Cariño conecta con Will, la tragedia ha asomado su siniestro rostro en el hogar de la pareja...

Natalie Morales (Kendall, Florida, 1985) es una actriz, directora, guionista y productora norteamericana de ancestros cubanos. Con formación artística en el Miami Dade College y en la Florida International University, Morales viene ejerciendo como actriz desde 2006 y como directora desde 2013, hasta ahora solo en varios cortos y algunos episodios de series. Precisamente en una de esas series, Room 104 (2017-2020), en las que participó como actriz y directora, conoció a Mark Duplass, a la sazón creador de la serie, además de actor y director. De esa relación profesional surgió este proyecto, concebido y desarrollado en el tiempo en el que fue necesario recluirse para intentar combatir a un enemigo invisible del que se desconocía prácticamente todo. Así nació esta película enteramente rodada a través de Zoom, la popular aplicación, con escasos intérpretes (de hecho, en pantalla solo aparecen dos, y las voces de otros dos, aunque en off), evidentes menguados medios (porque tampoco hacían falta más, desde luego) y, sin embargo (o precisamente por eso...) más que satisfactorios resultados.

Construida en seis capítulos, cada uno de los cuales lleva el nombre de una lección o de una característica del aprendizaje de un idioma, en este caso el español (Inmersión, Comprensión, Contexto, Gramática, Crédito Adicional, Fluidez), iremos conociendo a esta peculiar pareja, la profesora costarriqueña Cariño, como de treinta y pocos años, y Adam, su cliente yanqui, blanco, rico y gay, como de cuarenta y algo. Entre ambos inicialmente se desarrolla la mera relación típica entre profe y alumno, con la particularidad de que están separados por casi cuatro mil kilómetros y unidos por la magia de internet. De esa primera y superficial relación iremos pasando, tras la abrupta tragedia que sucede a partir de la segunda clase, a una relación progresivamente más íntima, más personal, como los amigos en los que, en el fondo, se van convirtiendo poco a poco. Las sucesivas reticencias a descubrir las vidas de cada uno de ellos, en especial por parte de la mujer, irán cayendo paulatinamente, dejando entrever una relación con frecuencia pavimentada de equivocaciones, de meteduras de pata, pero también de sincera entrega, de preocupación por el amigo, por la amiga.

Esa relación entre ambos, trufada de malos entendidos (y no solo por el regular conocimiento de Adam de la lengua española...), irá cimentándose poco a poco, calladamente, con idas y venidas sabiamente instrumentadas por los guionistas, los mismos Duplass y Morales que también interpretan los papeles principales y casi únicos del film, en una historia que llega con facilidad por su sencillez, su naturalidad, su frescura.

Por supuesto, habrá lugar para las reticencias personales, pero también las culturales: habrá lugar para que aparezcan, aunque tangencialmente, conceptos tales como colonizadores y colonizados, ricos y pobres, blancos e hispanos, anglosajones y latinos, pero todo ello hecho sin radicalismos, sin culpabilizaciones, dentro de un contexto de relación personal en una amistad que, como el llamado “work in progress”, también estará en proceso durante todo el metraje, hasta el desenlace, quizá más esperanzado de lo que se podía prever, pero no por ello menos hermoso, menos apreciable.

Como es lógico, un film rodado exclusivamente con las dos pantallas de las personas que se comunican mediante una videollamada de Zoom, no puede tener demasiadas florituras, ni además serían lógicas ni razonables. Consciente de ello, Morales opta, como directora, por una serie de medidas para evitar la monotonía de las mismas imágenes, y así hace que los protagonistas se conecten desde escenarios distintos, desde las piscinas de agua fría y caliente de la casa de Adam al principio hasta los bellos paisajes naturales de Costa Rica desde donde se conecta en ocasiones Cariño, así como también diferentes tipos de planos (primer plano, medio, americano, figura, general...) y una interesante utilización del fuera de campo e incluso de la pantalla en negro, con audios en los que solo visualizamos a uno de ellos o a ninguno. Todo ello contribuye a la amenidad de una historia con pocos mimbres argumentales, pero también a centrarse en lo que se nos está contando (o “no” se nos está contando...) por parte de cada uno de los personajes, que irán abriéndose progresivamente al otro, quizá como no pudieran hacerlo con seres más próximos físicamente pero mucho más alejados emocionalmente.

Buena película esta Language lessons, que confirma, por si no lo sabíamos, que el talento no es cuestión de mucho dinero, ni de grandes presupuestos, ni de estrellas de relumbrón: basta un par de mentes inteligentes y creativas en el guion, una batuta que sepa ponerlo en imágenes con sensibilidad y tacto, y unos intérpretes que, como aquí Duplass y Morales, estén tan bien, tan seguros, tan solventes, tan creíbles, como si realmente ambos estuvieran dando clases de español. Admira en Morales que filme con tanta fiabilidad las escenas más dramáticas, sin cargar las tintas, con una sencillez desarmante, con una naturalidad que revela una muy buena mano para presentar esas secuencias en las que es tan fácil caer en lo melodramático. Llama también la atención, por lo poco frecuente que resulta en el audiovisual moderno, el buen dominio que muestra Morales sobre los silencios, esa rareza en el cine actual, un cine que tiene absoluto terror a estar ni siquiera diez segundos sin decir nada, sin que pase nada, solo con el rostro del intérprete de turno en pantalla.

Por supuesto, la película es, sobre todo, Morales y Duplass en pantalla, ambos muy identificados con sus personajes, ambos hablando alternativamente en inglés y español, en un esfuerzo, sobre todo por parte de él, que se agradece, cuando es tan complicado resultar creíble en una lengua que no es la materna, como es el caso. Gran trabajo actoral, pues, muy implicados ambos, muy frescos y creíbles.

(08-03-2022)


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91'

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Language lessons - by , Mar 09, 2022
3 / 5 stars
La amistad en tiempos de Zoom