Las cuatro hermanitas

CRITICALIA CLÁSICOS

Disponible en Filmin y Tivify.

La novela Little Women, traducida en España con el título de Mujercitas, fue publicada por su autora, Louisa May Alcott, en 1868, y aunque escribió otras obras reconocidas y reconocibles, es evidente que tiene su sitio en la Historia de la Cultura Popular por este texto, que daría lugar a tres continuaciones literarias con las que conforma la comúnmente conocida como “Saga Mujercitas”. Esta novela es posible que sea una de las más versionadas en el audiovisual de todos los tiempos: hemos contado hasta 38 adaptaciones del texto para la pantalla grande o pequeña, con metraje largo o corto, con formato de serie o de miniserie, y puesto en escena no solo por Estados Unidos, país originario de la escritora, sino por otros muchos: Italia, Reino Unido, Hong Kong, Brasil, Argentina, Japón (en formato de anime, nada menos...), e incluso España, que la llevó a la pequeña pantalla en su mítico espacio Novela, con Maite Blasco, Tina Sáinz y Gloria Cámara, entre otras actrices. La primera versión datada de Mujercitas está fechada en 1917, en pleno cine mudo, y la última (cuando se escriben estas líneas) lo está en 2020, así que las adaptaciones del texto de Louisa May Alcott han cumplido ya holgadamente el siglo.

Las versiones más conocidas son cuatro, todas ellas norteamericanas: esta Las cuatro hermanitas (1933) que comentamos, con dirección de George Cukor; Mujercitas (1949), puesta en escena por Mervyn LeRoy, con repartazo: Elizabeth Taylor, Janet Leigh, June Allyson, Margaret O’Brien..., versión que durante muchos años se consideró la canónica, aunque también la más ñoña y tradicional; Mujercitas (1994), de la australiana (aunque filmando bajo pabellón USA-Canadá) Gilliam Armstrong, con Winona Ryder, Claire Danes y Kirsten Dunst, que buscó modernizar un poco la historia; y la reciente Mujercitas (2019), vibrante mirada en clave feminista de Greta Gerwig, también con notable reparto: Saoirse Ronan, Emma Watson, Florence Pugh, Laura Dern, Timothée Chalamet...

Pero lo cierto es que esta Las cuatro hermanitas, sobre la que pesan nada menos que nueve décadas cuando se escriben estas líneas, aguanta perfectamente el tirón de otras versiones posteriores y, por ello, más susceptibles de modernidades, innovaciones o actualizaciones. Aunque es una de las primeras películas de Cukor, que había empezado a dirigir solo tres años antes, lo cierto es que nadie lo diría, porque están en ella ya la mayor parte de las características del cine cukoriano: puesta en escena funcional, sobria, pero siempre elegante; exquisita dirección de actores, y sobre todo, de actrices; perfecto ritmo narrativo.

La película sigue en general fielmente la línea argumental de la novela: así, conocemos a la familia March, compuesta por la madre y sus cuatro hijas, Jo, Amy, Beth y Meg, todas ellas ya terminando la adolescencia y entrando o a punto de entrar en la edad adulta. El padre, convencido abolicionista, como toda la familia, se encuentra en la Guerra de Secesión, lógicamente en el bando de los yanquis; los March viven con ciertas penurias, a pesar de lo cual son felices esperando que el regreso del progenitor y el fin de la guerra mejore sus condiciones de vida. Conocemos los primeros escarceos amorosos de algunas de las chicas, así como sus diversas aficiones, como la literatura para Jo, la música para Beth y el dibujo para Amy. Pero la tragedia se cierne sobre la familia...

Estamos, ciertamente, ante una mirada amable y cómplice sobre el paso de la adolescencia a la edad adulta, con el mundo divertido y bastante inane de las cuatro chicas, en una versión que, aunque quizá demasiado edulcorada para el gusto actual, resulta poco ñoña; menos, en cualquier caso, que la de Mervyn LeRoy de 1949. Con frecuencia deliciosamente naif, funciona igualmente bien como comedia que como tragedia, teniendo incluso un apreciable aliento lírico. Narra con solvencia el día a día de la familia, con sus penas y alegrías, con sus enfermedades, incluso con la muerte precoz, con una intensidad dramática bien conseguida, siempre con el drama sordo de la guerra civil al fondo, con el padre en el conflicto bélico y la madre y las hijas en la retaguardia, siempre esperando.

A lo largo de la película asistiremos a los primeros éxitos artísticos de las hermanas, como ocurre con Jo (críptico trasunto de la propia Louisa May Alcott) como escritora, pero también veremos los celos y pequeñas envidias inevitables entre las cuatro chicas, con temas recurrentes típicos de la edad, como los amores no correspondidos y la salida del confort del hogar para vivir en otra ciudad, lo más parecido a un segundo (y metafórico) corte del cordón umbilical.

Novela (y película) que habla de la bondad, que no de la beatería, presenta una firme apuesta por la compasión, la piedad, la caridad, la filantropía como forma de vivir la vida, en una visión liberal y generosa de la existencia, en una película cercana a los más desfavorecidos, aún más que las propias protagonistas, que tampoco nadaban, ni mucho menos, en la abundancia.

Con buenos diálogos, es curioso sin embargo que en algunos momentos la interpretación recuerde los cánones típicos del cine mudo, con cierto exceso de gesticulación; de hecho, el teatrito montado por Jo con sus hermanas recuerda, seguramente a posta, las pelis mudas de solo unos años atrás

Buen trabajo actoral, en especial de las féminas (Cukor ya apuntaba maneras...), aunque Katharine Hepburn ya despuntaba como la extraordinaria actriz que siempre fue. No nos resistimos a citar la pinta de galán antiguo del galán de la peli, Douglass Montgomery (si, con dos eses en el nombre...), que interpreta a Laurie, el amigo y secreto enamorado de Jo, un actor que ciertamente recuerda poderosamente el “look” de un Rodolfo Valentino o un Ramón Novarro, al más puro estilo del cine mudo.

En definitiva, estamos ante una sólida adaptación, quizá la mejor de todas las que se han hecho de la célebre Mujercitas, con empaque y recogiendo perfectamente el espíritu de la novela de Louisa May Alcott.

(01-03-2023)