Pelicula: Arturo Ripstein es lo más parecido al Guadiana que existe en director de cine: apareció allá en la década de los setenta con un excelente melodrama (género que cultiva prácticamente de forma monográfica), El lugar sin límites, y después desapareció de la escena internacional (aunque siguió haciendo cine dentro del solar mexicano, para consumo interno) durante todos los años ochenta, para reaparecer de nuevo en los noventa con una serie de percutantes dramas, a cual más intenso, desde Principio y fin a la adaptación de García Márquez El coronel no tiene quien le escriba, pasando por Profundo carmesí y La reina de la noche. Este estado de gracia se prolongó en los primeros años del siglo XXI, con Así es la vida, tremenda adaptación azteca de la Medea griega, y La perdición de los hombres, para volver a desaparecer del escenario internacional prácticamente hasta ahora, ya en los años diez de esta centuria, de nuevo en forma, con la intensidad acostumbrada, si bien en esta ocasión estamos ante una película interesante pero desequilibrada, vertebrada en torno a una mujer desquiciada por el amor, más claramente por la pasión sexual que siente por su amante, un musicastro cubano con el que engaña a su marido, en una familia de clase media, de tele de plasma, niña en colegio pijo y más ínfulas de las que el exiguo salario marital aconsejarían.

Filme sobre el vacío existencial y la manera de llenarlo con puro sexo, o su temida ausencia, Las razones del corazón (aunque realmente es otra parte del cuerpo la que debería citarse, menos metafóricamente) es una historia de una intensidad poco común, un descenso al infierno, una espiral de degradación a la que se someterá la protagonista, aherrojada a una voraz atracción sexual hacia un hombre al que ya asfixia. La hija, la amiga, la portera, el vecino artero y libidinoso, el marido, serán el espejo en el que se mirará, y con el que interactuará, esta mujer más allá de todo freno.

Si hay una escena que ejemplifica certeramente el sentimiento de la protagonista hacia su amante ahora renuente, es aquella en la que la mujer, al entrar en la buhardilla de su ex amor, presa de un furor tal vez uterino, lame con fruición la mera sábana de la cama en la que ambos han yacido tantas veces, y después hace lo propio con la pringosa cuchara de un café que el ex ya se había terminado: la necesidad febril de sentir el ADN del amado, aunque sea sólo a través de objetos que han rozado su intimidad, se convierte entonces en la carta de naturaleza de la pasión absoluta, desbocada, sin límites, de una mujer que es un juguete en manos de su locura.

Estilísticamente hablando, la nueva cinta de Ripstein lleva hasta el extremo su habitual cine de largos planos-secuencia, en los que los intérpretes dan lo mejor de sí, si bien es cierto que, a veces, tan extenuantes escenas producen algún desajuste actoral. Cierta teatralidad, aunque evidentemente buscada, y la irregularidad en la puesta en escena de algunas de las escenas convierten esta intensísima historia también en una desequilibrada historia, si bien en el platillo de la balanza (ya que hablamos de desequilibrios) pesan más los aciertos que los fallos. La oscura fotografía de Alejandro Cantú, en un blanco y negro lóbrego y sucio, conviene bien a la progresivamente opresiva, ominosa atmósfera del filme, que, como casi todo lo que hemos visto de Ripstein, parecen tragedias griegas pasadas por un peculiar filtro azteca, algo a lo que evidentemente no es ajena su guionista habitual, su mujer Paz Alicia Garcíadiego.

Mención especial para Arcelia Ramírez, sobre la que recae todo el peso de la película, que ella lleva con una desmesura que, sin embargo, se antoja tan adecuada a su extremoso personaje.

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100'

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Las razones del corazón - by , Oct 18, 2011
3 / 5 stars
Intensidad y desequilibrio