Los festivales no sólo nos descubren a veces títulos interesantes sino también directores de los mismos, como ocurre en este caso con la película que comentamos, con Eugène Green, un realizador nacido en Nueva York, pero afincado en el cine francés, que debutó en la dirección con Toutes les nuits (2001), que ha hecho una media docena de títulos pero del que aún no habíamos visto ninguno de ellos en nuestras pantallas comerciales hasta ahora, aunque sí conocíamos La Sapienza (2014), que ganó el premio Asecan en el certamen sevillano, al que volvió con Le fils de Joseph (2016).
Vincent es un joven de 15 años que vive en París con su madre soltera, que trabaja como enfermera, a la que suele preguntar quién es su padre, a lo que le contesta siempre que no tiene. Un día descubre una carta por la que se entera que es Oscar Pormenor, un editor parisino, egoísta y cínico, al que busca para conocerlo y del que trata de vengarse. En ese menester conoce a Joseph, el hermano de Oscar, con el que no se lleva bien, que es un buen hombre que le gustaría a Vincent que fuera su padre y con el que hace una buena amistad.
El film se divide en capítulos, titulados El sacrificio de Abraham, El becerro de oro, La huida a Egipto, entre otros en los que se significan las resonancias bíblicas de esta historia, que trata sobre el tema de la paternidad y en el que tiene a lo largo de la trama varias alegorías de corte religioso, como el cuadro que tiene Vincent en su cuarto sobre El sacrificio de Isaac, del pintor Caravaggio, y otras escenas que pueden hacer recordarlo, como el cuarto fragmento de esta cinta titulado El carpintero, que hace alusión a la Sagrada Familia.
El guion, original del propio director, nos interesa por la historia que nos cuenta, a pesar de que tiene algunos convencionalismos en el argumento que no acaba de explicar, pero en lo que no estamos para nada de acuerdo es en la forma de la puesta en escena y especialmente en la interpretación que ha obligado a hacer a los actores que se comportan de manera hierática, recitando diálogos sin expresión en los rostros, de una manera fría, que hace que el espectador no se identifique con los personajes de este drama moderno de un hijo en busca del padre al que no conoce, lo que le da un tono distante.
En este sentido no podemos hablar de una buena interpretación de los actores que pensamos no tienen la culpa del distanciamiento de su trabajo. Eugène Green, que también es actor, se reserva el pequeño papel del conserje del hotel. Al parecer es el estilo que suele ser habitual en este director que a veces, de forma innecesaria, mantiene demasiado los planos y hay secuencias que se podían haber suprimido perfectamente sin que se resienta la historia y al mismo tiempo aligeraría un poco el metraje del film.
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