Canta Manuel Molina (para los no iniciados, la voz fascinantemente rota del antiguo dúo Lole y Manuel) "mira si soy trianero/ que en la calle Sierpes/ me siento extranjero". Ése es el sentido inicial de este Lost in translation (seguimos con la peste de los títulos ingleses no traducidos: fíjense como los títulos en iraní o en chino bien que los traducen, por la cuenta que les trae...), la breve historia de un actor ya maduro de cierto renombre, contratado para hacer un anuncio de güisqui en Tokyo, los escasos días que pasa allí como un náufrago, perdido en un idioma que no entiende, en una cultura que, contra todo lo que se dice, es tan distinta a la suya, y donde encontrará un alma gemela en una chica, casada con un fotógrafo profesional y, como él, abandonada en una civilización que no entiende y que no reconoce como propia.
La historia de amor entre ambos, que nace de sus respectivos naufragios humanos, está contada con sutileza y sentido del humor por una Sofia Coppola que, revelada con la interesante Las vírgenes suicidas, confirma ahora que aquello no fue el sonido de la flauta del burro, y que tiene bastante más porvenir detrás de las cámaras que delante (aunque a mí no me pareció tan pésima en El Padrino III, ésa es la verdad).
Hecha de pequeños detalles, de irónicos chistes sobre el choque cultural y también el generacional (el actor y la chica podrían ser padre e hija, e incluso abuelo y nieta), el tono de melancólica tristeza, en clave de humor, resulta sumamente atractivo. Es cierto que hay algunas secuencias en las que baja el tono, como aquélla en la que la pareja protagonista se enreda con un grupo de japoneses y se van de marcha, manifiestamente inferior al resto.
Pero el conjunto es hermoso y amable (en su acepción de "digno de ser amado"), y nos reconcilia con el concepto de multiculturalidad, en el buen sentido, aquél que indica que somos ricos en la medida en la que somos capaces de cultivar nuestras costumbres, nuestra cultura, sin por ello meterle el dedo en el ojo a los demás y sin, por supuesto, hacer tabla rasa con el concepto de derechos humanos, que no es el caso en este filme, desde luego.
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