CINE EN SALAS
[Con motivo del vigésimo quinto aniversario de su estreno, esta película se ha repuesto con todos los honores en salas de cine; recuperamos su crítica, debidamente actualizada]
He aquí una muestra inequívoca de que para hacer cine lo que hace falta no es dinero, sino talento: hecha con escasos medios en un país en bancarrota como la Argentina de finales del siglo XX, este thriller que bebe sin recato (y con tan buen provecho) en clásicos como El golpe (1973), de George Roy Hill, o en títulos más recientes e igualmente buenos, como Casa de juegos (1987), de David Mamet, confirma que con poco más de tres perras gordas, una idea bien desarrollada, y unos actores y técnicos funcionales y que sepan lo que están haciendo, es posible hacer un film intrigante, entretenido, inteligente, que te mantiene en vilo durante casi dos horas, y con la sensación, que no te abandona durante todo el metraje, de que finalmente no sabrás en cuál de los cubiletes está la pelotita que arteramente ha ocultado el trilero, si me permiten la metáfora, nunca mejor traída al pelo…
Fabián Bielinsky, nuevo en esta plaza y en la profesión, demostró con esta sugestiva película que era un guionista más que solvente, con una historia con frecuencia hipnótica, envolvente, hábilmente montada, casi siempre absorbente, en la que el espectador se sumerge prácticamente desde el principio; es verdad que resultaba algo menos competente como director, funcionando entonces como un artesano aséptico pero sin mucha imaginación (claro que ya la había derrochado toda en el libreto...). Lástima que Bielinsky falleciera tan prematuramente, en 2006, cuando contaba solo 47 años, de un infarto agudo de miocardio, cuando solo le había dado tiempo a hacer una película más, El aura (2005).
Los giros que da la historia, las vueltas y revueltas de esta película atractiva, divertida a ratos, percutante siempre, supuso en su momento una muy agradable sorpresa que nos confirmó que, aunque en la más absoluta ruina, la República Argentina finisecular seguía, contra toda esperanza, produciendo un cine fresco y con ideas, un cine que no se resignaba al papel de mero comparsa de otras cinematografías más boyantes.
Especial mención para el elenco actoral, y en concreto para el dúo protagonista, un Ricardo Darín que entonces aún no había alcanzado la categoría de mito nacional e internacional (en España, en concreto, es muy admirado) con películas como El hijo de la novia (2001), El secreto de sus ojos (2009) y Argentina, 1985 (2022); y Gastón Pauls, que no ha alcanzado ni mucho menos esa fama, pero que es un actor seguro que funcionó muy bien en este intrigante relato de tramposos.
El cine norteamericano rodó años después un “remake”, titulado Criminal (2004), con dirección de Gregory Jacobs y con John C. Reilly y Diego Luna en los papeles principales, además de otros intérpretes de mérito, como Maggie Gyllenhaal y Peter Mullan, pero que no alcanzó, ni de lejos, el percutante interés del original argentino.
(31-08-2025)
114'