Pachamama

Esta película está disponible en el catálogo de Netflix, Plataforma de Vídeo bajo Demanda (VoD).

Juan Antín (Buenos Aires, 1969) es hijo de Manuel Antín, leyenda del cine argentino. Juan se ha especializado en cine de animación; su primer largometraje fue Mercano, el marciano (2002), con un tipo de dibujo muy simple, muy elemental; el corto Rolo y Colo en: No te hagas la cabeza (2006) lo rodó con animación de plastilina, con escenas muy subidas de tono. Ahora, tras afincarse en Francia, hace esta Pachamama que es una mirada hacia los tiempos precolombinos en una idílica sociedad inca en la que se rinde culto desde el principio de los tiempos a la Pachamama, que sería la Madre Naturaleza, la feraz tierra que provee de alimentos, de vestido, de todo tipo de productos y bienes a los habitantes de la comunidad.

En ese contexto conocemos a Tepulpai, un chico que ha conseguido una pluma de cóndor que es su mayor tesoro. Pero el muchacho es egoísta e inmaduro, no entiende las reglas de la comunidad en cuanto a dar lo mejor de sí mismos para la Pachamama, que se lo retornará multiplicado con buenas cosechas y eventos bonancibles. Cuando el recolector del Gran Inca (lo que viene siendo un recaudador de impuestos de toda la vida...) llega al pueblo y se lleva la preciada “huaca”, pequeño tesoro de la Pachamama tomado en préstamo para bendecir las cosechas, Tepulpai y su amiga Naira partirán tras la comitiva real para recuperarla. Y en esto que llegan los conquistadores españoles...

Tiene Pachamama un tipo de dibujo de colores vivos y puros, muy vistoso, buscando la tridimensionalidad con el propio dibujo, a base de rodar con profundidad de campo con varios niveles. Es un tipo de dibujo muy infantil, deliberadamente de formas muy simples, sencillas, muy coloridas, jugando hábilmente con la iconografía indígena precolombina. Las figuras humanas están bien definidas, no hay ni atisbo de impresionismo, aunque en los fondos se juega con elementos naif, con árboles que son casi representaciones abstractas. Los colores preponderantes, muy vivos y puros, serán el verde de los campos y las montañas, y el marrón claro de las pieles de los personajes indígenas.

Tiene varios mensajes intrínsecos el film: la incomprensión e insaciabilidad del Poder, de todo Poder, que busca siempre exprimir al pueblo en su propio interés; la dolorosa maduración del impúber, necesaria para crecer bien, no solo física, sino sobre todo moralmente; la armonía con la Madre Natura, la llamada Pachamama, la deidad que protege al buen indio, sin la que el ser humano no es nada; la vesania del conquistador, de todo conquistador, aunque aquí sean (seamos...) los españoles, en una visión muy oscura del fenómeno de la colonización de América que, ciertamente, entronca de lleno con la más radical de las versiones de la llamada Leyenda Negra.

Pachamama tiene sus mejores virtudes en el dibujo, en la representación de esa Arcadia feliz que, según el film, era la América precolombina, un dibujo vistoso, imaginativo e ingenioso, siempre dentro de las coordenadas de la iconografía preamericana. La historia que se nos narra, sin embargo, nos parece inferior, sonándonos demasiado a conocida, una historia con chico incomprendido que habrá de evolucionar, etcétera, y demostrar y demostrarse a sí mismo, sobre todo, que está capacitado para ser el adulto que habrá de ser, todo esto en un contexto de buenos y malos sin matiz alguno, con peripecias que dejan un regusto de “déjà vu”. Así que nos encontramos ante un exuberante continente con un contenido bastante alicorto. Juan Antín demuestra buena mano para presentar sus historias con vistosas imágenes; ojalá en el futuro cuente, además, con mejores argumentos...

(24-06-2020)