A pesar de haber tardado dos años en llegar a nuestras salas ha merecido la pena recuperar este título sobre el mundo del boxeo. Billy "El Grande" Hope, campeón del mundo de los pesos semipesados, lo tiene todo: una notable carrera, una guapa y enamorada mujer, una adorable hija adolescente y un estilo de vida con toda clase de lujos. Pese a haber gozado del éxito en su pasado, al luchador le sucede una desgracia que le sume en una gran depresión, el alcohol y las drogas. Sin embargo no se rinde y decide mejorar su imagen por el bien de su hija. Cuando su mánager y amigo de siempre le abandona, Billy toca fondo y busca a alguien que le entrene, Tick Willis, un bombero retirado y preparador de boxeadores amateur de un gimnasio local. Con su futuro dependiendo de la dirección y la tenacidad de Tick, Billy se enfrenta a la batalla más complicada de su vida, luchar por su propia redención y por recuperar la confianza de los que ama, en este intenso drama familiar y personal.
Antoine Fuqua, hábil artesano del cine de acción, comercial en casi todos los productos que dirige, realiza esta historia universal sobre la redención, la paternidad y los problemas personales, con eficacia, con un buen trabajo de Jake Gyllenhaal, que pone dureza y sensibilidad en su actuación expresando la soledad ante la derrota, y Forest Whitaker, el entrenador que le recupera la dignidad como boxeador y como padre, que están muy bien en sus respectivos personajes.
Un guion poco apasionante debido a que cuenta una historia que hemos visto muchas veces, pero del que interesa la forma tan eficaz en que pone en escena este melodrama de redención situado en el mundo del cuadrilátero. El resultado es un film convencional, algo tópico, entretenido, que se deja ver bien, con un tema que es conocido, pero está correctamente filmado y narrado, que contiene cosas de títulos de este género, caso de Campeón (1979), aquí un padre viudo con una niña en lugar de un hijo, Rocky (1976), Toro salvaje (1980), y de muchos más.
A lo largo de la trama hace una denuncia sobre el mundo del deporte de las doce cuerdas, la falta de ética entre entrenadores y representantes capaces de amañar una pelea por oscuros intereses, aunque también los hay honrados.
A tener en cuenta que el afroamericano Antoine Fuqua es un gran aficionado al boxeo, que sigue practicando, antes que director de cine, y rueda muy bien los combates, con momentos duros y sangrientos, con el mayor realismo como suele ocurrir en este peligroso deporte en el que, de tarde en tarde, un boxeador pierde la vida o sus facultades quedan mermadas. Es el deporte más agradecido para ser filmado.
La banda sonora la pone James Horner, fallecido tras terminar su trabajo en esta cinta, a quien está dedicada.
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