El tema de la gastronomía se ha convertido últimamente en un subgénero que al parecer interesa al espectador, a juzgar por la audiencia que tiene esta clase de películas. En Repostero y chef (2023) se nos cuenta la historia real del cocinero francés, de origen magrebí, Yazid Ichemrahen, sobre cuyas experiencias escribió el libro que le sirve de base a esta producción, de la que Cédric Ido se encargó de escribir el guion.
Desde que era un niño, Yazid ya tenía una gran pasión por la repostería y él se preparaba los postres que más le gustaban. Criado por una madre que no le presta mucha atención, el estado se lo quita y lo mete en hogares de acogida, donde ya de joven intenta hacer realidad su sueño: trabajar con los más grandes reposteros y ser el mejor del mundo.
Pronto tiene ocasión de trabajar en un gran restaurante como lavaplatos, y un día en el que está armando mucho ruido, el chef le llama la atención y él le pide la oportunidad de preparar un postre, éste acepta y queda admirado de lo que ha hecho y lo eleva a la categoría de cocinero. Yazid aspira a más y cuando es despedido su fin será el de ganar el concurso del mejor repostero del mundo.
Es un estimulante film biográfico, un género que no siempre suele estar logrado, como ocurre en este caso en el que tiene un guion que está narrado a base de flash backs en los que se nos cuenta en paralelo su vida de niño con la de adulto, siendo la primera un tanto confusa, de la que se abusa y entorpece a la segunda, alargando el metraje que con unos minutos menos sería más asequible.
De esta historia se desprende el afán de llegar a ser alguien, de aprender, de no desfallecer a pesar de las dificultades que en principio se encuentran en la vida, hasta proponerse una meta a alcanzar, mostrando otras facetas como una familia disfuncional, el tesón en el trabajo o el valor de la amistad.
El protagonismo recae en Yazid, que es encarnado a los 8 años por el pequeño Marwan Amesker, mientras que de mayor lo incorpora Riadh Belaïche, que da muy bien la figura, teniendo en cuenta que es su debut como actor y se hace muy agradable a los ojos del espectador, destacando del resto del reparto constituido por actores que no son conocidos en general.
En la dirección, Sébastien Tulard se siente cómodo en este su primer largo tras hacer casi una decena de cortos y videoclips. Realizado entre cacerolas, se maneja bien, con una cámara ágil y dinámica, la mayor parte del tiempo metido en las cocinas haciendo un trabajo en el que se ve que tiene veracidad en todo momento.
110'