Pelicula:

Hay películas evidentemente fallidas que, sin embargo, concitan una extraña simpatía: es el caso. Esta She dies tomorrow, extrañísima, nos recuerda en su insuficiencia, pero también en su extraordinaria osadía, el valor de hacer un cine distinto, acaso equivocado pero, desde luego, explorador de caminos, de nuevas sendas, alejándose de los cada vez más convergentes films de hogaño, donde todas las películas (como los confites saben igual por la omnipresente crema pastelera) parecen la misma, están cortadas por la misma, y tan aburrida, tijera.

She dies tomorrow cuenta la historia de Amy, una mujer norteamericana alrededor de los 35 años, en nuestros días. Cierta noche, mientras está en casa con el novio o pareja, reciben la pizza a domicilio que habían pedido. Desde ese momento el novio, Craig, parece poseído de una extraña convicción, la de que al día siguiente morirá. Amy se imbuirá también de esa misma certeza, y las personas que se van cruzando en su camino, como su amiga Jane, también caerán en lo mismo, contagiando a su vez a las personas de su entorno...

El primer plano que vemos en el film ya es toda una declaración de intenciones: es un primerísimo plano (lo que los guionistas llaman un PPP o PD) de un ojo femenino, parpadeante y lloroso. Parece que la directora comienza por decirnos, esto no es una película al uso, y tiene toda la razón. Pronto vemos que hay un evidente gusto por los encuadres raros: planos tomados a ras del suelo, escenas filmadas con el tiro enfocando a través de puertas entrecerradas, o entreabiertas, se nos presenta también un reloj reflejado en un espejo, con lo que las horas, los minutos, las saetas, todo está al revés... Pero formalmente no queda ahí la cosa: cuando la que podríamos llamar “infección” (por aquello de que todo el que oye eso de “mañana voy a morir” da en pensar lo mismo) llega a un nuevo individuo, la directora lo da a través de distorsiones visuales, cromáticas, parpadeos de luces, consiguiendo una rara sensación de horror telúrico, ajena absolutamente a la moda de nuestro tiempo en el género de terror, que no sabe hacerlo si no es con los típicos sustitos o con generosas dosis de higadillos (que no sabemos que es peor...).

Ese horror telúrico, en buena medida abstracto, se opone a casi todo lo que se hace, incluso se ha hecho en cine de terror en mucho tiempo, y ese es un valor en sí mismo más que apreciable. Ese terror se nos ofrece a partir de una atmósfera opresiva, conseguida gracias a una extraña capacidad para las imágenes subyugantes, jugando casi siempre solo con la iluminación, la fotografía y una música sutilmente inquietante, más los rostros de los personajes, progresivamente alucinados al no saber qué les está pasando, finalmente resignados ante el inminente final que dan por ineludible. Estamos entonces ante un terror que podríamos llamar existencialista, psicológico, un horror primordial, inasible, que está en nuestras mentes, no en nuestro físico. Al fin y al cabo la película no deja de ser una reflexión sobre la muerte y su inexorabilidad, sobre el horizonte de morir a cortísimo plazo, y cómo eso modifica la perspectiva de las cosas de forma brutal.

Amy Seimetz, la directora, empezó como actriz en 2003, faceta en la que tiene ya una larga carrera; como realizadora su filmografía es bastante más menguada, fundamentalmente con cortos y series televisivas, además de un largo, Sun don’t shine (2012), que también era raro con ganas. Es una directora con ideas, algunas ciertamente bastante siniestras, pero en general interesantes. Esta su nueva obra, hecha (no sabemos si deliberadamente o por pura falta de presupuesto) en ambientes vulgares, estándares, está lejos de ser una buena película pero en su irregularidad, en sus errores, hay una evidente rareza que resulta muy atractiva. Con ello se reafirma el axioma de que en el cine “indie” norteamericano actual reside el mayor talento cinematográfico del país, las mejores y más rompedoras propuestas, las más interesantes, variopintas y sugestivas historias.  

Los personajes principales están servidos por actrices y actores poco conocidos, por no decir manifiestamente desconocidos, al menos fuera de su país. Con pequeños papeles, casi cameos, aparecen algunos rostros que sí son populares, como Michelle Rodríguez o Josh Lucas, quizá queriendo aportar con su nombre cierto tirón comercial, aunque es obvio que She dies tomorrow no aspira, ni mucho menos, a romper ninguna taquilla...
 
(04-11-2020)


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87'

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She dies tomorrow - by , Nov 04, 2020
2 / 5 stars
Brillantemente imperfecta