Andrei Konchalovsky, tras una fructífera primera etapa en su país de origen, Rusia (recuérdese, sin ir más lejos, la extraordinaria epopeya “Siberiada”), y una segunda época en Estados Unidos (con títulos estimables como “Los amantes de María” o “El tren del infierno”), sorprendió a propios y extraños al aceptar el encargo de rodar esta “Tango y Cash”, por dos razones: la primera, porque nadie hubiera imaginado que el autor de la citada “Siberiada” hiciera películas de parejas de polis, tan a la moda durante los años ochenta y noventa en Estados Unidos (en títulos como la saga completa de “Arma letal”, así como “Apunta, dispara y corre”, “Danko: calor rojo”, y muchos etcéteras), y la segunda, porque resulta que no es la tópica cinta al uso, sino más bien una inteligente puesta “patas arriba” de los habituales tics del subgénero.
Porque “Tango y Cash” es realmente un cómic, un desinhibido juguete en la mejor tradición del Capitán América y Spider-Man, sólo que disfrazado de peli de polis, con superhombres con tales capacidades que dan risa, con archimalvados tan malos que resultan enternecedores, con un argumento tan inverosímil que hace gracia de puro surrealista, con diálogos chispeantes y llenos de humor, como hacía tiempo no se veía en el cine yanqui, y con una capacidad autoparódica por parte de los protagonistas (Sylvester Stallone va de elegante y refinado “gentleman” de altas finanzas, Kurt Russell aparece disfrazado de mujer explosiva, además… lesbiana, para rizar el rizo) que enaltece a los actores, especialmente al habitualmente detestable “cara-de-palo” Stallone, en quien podría haber un aprovechable actor de comedia, a poco que se escarbe en él.
Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.